¿Quién está satisfecho con su vida por completo?. ¿Quién no se plantea un cambio?. ¿Quién es feliz siempre?. Realmente la felicidad es un estado, no existe como algo tangible, tan sólo es legítima la alegría. Vivir o no con alegría es la diferencia para desequilibrar más veces la balanza hacia la felicidad o hacia la tristeza. Ir a estudiar con alegría, al trabajo con alegría o a cuidar de tus abuelos con alegría es tan esencial como irte de fiesta con los amigos con alegría, ver a tu pareja con alegría o irte de viaje con alegría. Y así cuando en la vida no acompañen los momentos tristes nosotros restaremos oscuridad con nuestra alegría.

Your Name representa la conexión que hay en la vida, entre el planeta y los seres vivos. Representa algo más que una intuición o un sentimiento de capricho adolescente, o que los sueños de un romance de película. Es una película para abrir todos los poros y poner los cinco sentidos en ella, una película para dejarse llevar porque hay un hilo rojo que nos une al sentimiento con el que su autor ha creado esta obra para todo el mundo.

Your Name me hace sentir alegre cuando nuestros jóvenes protagonistas están conectados y me quita la alegría cuando sin saber porqué dejan de estarlo. Your Name me hace desearles a estos jóvenes que no se olviden de lo esencial, que la búsqueda de trabajo no importa tanto como el amor, que salir con la chica más guapa no importa tanto como el amor, que tener dinero y una vida llana no importa tanto como el amor. También me hace removerme en el sofá mientras la veo y ellos no recuerdan nada o lo hacen vagamente, me apetece gritarles y que mi voz llegue a través del televisor y la ficción para recordarles lo especial de su conexión. Y si una película me hace sentir emociones profundas, ¿qué importa si es de animación, japonesa o vietnamita?. Es una obra impecable.

Your Name arranca como una comedia romántica de lo más previsible y funciona muy bien, creyendo el espectador que lo sabe todo sobre la historia y sus personajes, sintiéndose conforme como el niño que hace un puzzle de 20 piezas. Pero entonces llega la mitad de la película y se nos quita el puzzle de 20 piezas para darnos uno de 2.000 en el que cada minuto y cada escena nos va juntando las piezas de manera magistral hasta tener el puzzle terminado por completo y ya conocemos su forma y significado. Es cuando enmarcamos el puzzle y queda algo dentro de nosotros que nunca desaparecerá.

La historia es preciosa y su desenlace es impecable. La banda sonora magistral y la animación colorista, brillante, preciosista y con planos de cine de 5 estrellas. Makoto Shinkai nos regala una obra maestra y tan sólo me queda dar las gracias a artistas de esta índole que me hacen tener algo de fe en la humanidad, aunque sea con cuentagotas.

Yo me siento atado a un lugar muy lejano y muy especial y esa es una sensación que siempre tuve. Supongo que todos tenemos nuestro hilo rojo.