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España España · Málaga
Voto de Kaori:
2
Acción. Thriller Tras eliminar a algunos miembros de la banda que intentaron asesinarla el día de su boda, "Mamba Negra" (Uma Thurman) intenta acabar con los demás, especialmente con Bill, su antiguo jefe (David Carradine), que la había dado por muerta. (FILMAFFINITY)
20 de octubre de 2012
23 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy, muy cerquita del cubo de basura, pero sin llegar a introducirse en él. Tarantino sabe de cine, no hay duda, y quizá por eso se tambalea en esa línea entre el desperdicio putrefacto y la simple memez. Me siento beligerante, oye.

Es que no me creo que «Kill Bill: Volumen 2» tenga esa nota y, sobre todo, esas críticas tan estupendas por parte de casi todo el mundo. Es que no es posible que se valore tan positivamente... ¿el qué? Porque este mundo de asesinos carniceros que sueltan el rollo «te mato pero tengo corazón» es de un mal gusto bárbaro. Claro que si te emociona eso de matar, matar y matar con placer, entiendo que este homenaje y regodeo en esa idea del crimen por el crimen te enganche. Para los que no encontramos ningún encanto en el culto a la muerte y a la falacia y el despropósito moral, «Kill Bill» nos importa un pimiento.

Porque lo malo no es que la temática gire en torno al mundo del crimen, quiero que esto quede meridianamente claro. Lo malo es el enfoque superfluo y frívolo, ridículo en la mayoría de ocasiones, sin nada de credibilidad, falso en todos los sentidos, cutre y desagradable en su esencia. Me dirás tú a mi que eso del Predictor y la conversación posterior no es para cortarse las venas, o directamente el personaje de Bill que, aunque espléndidamente interpretado por David Carradine, alardea (como el resto de personajes) de su psicopatía como si fuese un defecto cualquiera. Vamos, hombre.

Puede que lo que se valore sea la dirección de Tarantino, muy correcta en general y muy buena en particular, no me da reparos decirlo. El principio de la película, en la iglesia y en la caravana del hermano de Bill, tiene muy buen tono y muy buena puesta en escena, todos estamos de acuerdo y, de hecho, es lo más destacable de la cinta. Sin embargo, quizá no nos hemos percatado, o no nos hemos querido percatar, de lo mucho que Tarantino copia. Y no digo que se influya o se inspire, no: digo que copia, y desde luego sin mejorar lo original. Concretamente a Leone, e incluso me da a mi que a Ford. Esa salida de Thurman de la iglesia con la cámara a su espalda me recuerda muchísimo a la antológica escena de John Wayne en «Centauros del desierto».

Por supuesto, si a alguien le debe algo es a Sergio Leone y a su «Hasta que llegó su hora». Entiendo que lo inferior aspire a lo superior, así que no voy a enfadarme con Tarantino por semejante plagio a Leone, porque es una muestra palpable de sus propias limitaciones. Aquí no hay harmónica, pero sí flauta; abundantes primerísimo planos de los rostros en los momentos culminantes, silencios prolongados en conjunción con música «morriconiana»; una venganza que se estira en el tiempo y en el espacio, y hasta escena calcada en la que Thurman, cual Henry Fonda, avanza hacia nosotros desde la lejanía con la atmósfera borrosa del calor del desierto. Me pregunto, visto lo visto, qué tengo que admirar en Tarantino.

Suspenso también para el apartado de acción y artes marciales... por llamarlo de alguna forma. ¿Pero es que no veis lo patético que resulta que una persona que no tiene ni idea de lucha se ponga a luchar aparentando que es una gran guerrera? Pues eso le ocurre a la pobre Uma, que se mueve sin gracia y sin conocimientos de ningún tipo. Su entrenamiento con el indeseable maestro (que tirria con lo de la barba) es de vergüenza ajena. Lamentable. Y, hombre, no sé si hubiera rodado mejor o no la escena del cementerio, pero lo que sí sé es que no hubiera hecho que la protagonista saliera volando como cohete desde debajo de la tierra y sin encontrarse apenas terreno que la sepultara. En fin.

Veo con temor que se avecina una tercera entrega de una saga que va camino de convertirse en la obra definitiva de Quentin Tarantino. O, a falta de otra cosa, en su particular gallina de los huevos de oro. Y los demás que le ríen las gracias.
Kaori
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