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España España · Málaga
Voto de Kaori:
6
Western Ransom Stoddard (James Stewart), anciano senador del Congreso de los Estados Unidos, explica a un periodista por qué ha viajado con su mujer (Vera Miles) para asistir al funeral de su viejo amigo Tom Doniphon (John Wayne). La historia empieza muchos años antes, cuando Ransom era un joven abogado del este que se dirigía en diligencia a Shinbone, un pequeño pueblo del Oeste, para ejercer la abogacía e imponer la ley. Poco antes de llegar, ... [+]
14 de julio de 2012
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quién no iba a querer al único héroe de esta película. John Wayne en blanco y negro me ha enamorado. Yo te quiero a ti, Tom Doniphon, porque amas con pasión, porque eres fuerte y noble, porque eres el verdadero idealista, sin presunciones de leyes ni libros bajo el brazo.

Sí, «El hombre que mató a Liberty Valance» es una especie de despedida el viejo oeste. Pero, ¿de qué nos estamos despidiendo en realidad? No es de las pistolas ni de la violencia; tampoco de la muerte, de la ilegalidad o de lo salvaje. Según Ford, nos despedimos del valor y del sacrificio; de la fortaleza bien empleada, del romanticismo del drama, de los hombres que dan la vida por amor, por amistad, por la justicia, por el bien. Nos despedimos de la grandeza para dar paso a la mediocridad o, lo que viene a ser lo mismo: nos despedimos de Tom Doniphon, que encarna todos estos valores positivos, y damos la bienvenida a Ransom Stoddard, personaje hipócrita, soberbio, gris y sin ninguna virtud para que enamore o tan siquiera despierte simpatía. Como mucho, pena.

Si Ransom y compañía tendrían que besar el suelo por el que pisa Doniphon después de todo lo que hace por ellos, sin presumir de nada, sin pedir nada, sin una queja, siempre de corazón. Asco produce el desenlace de la película en las elecciones a delegados, donde el simple de Ransom ni le da un cordial «gracias», y rabia nos despierta la tonta de Hallie, a la que siempre creeré desgraciada muy en el fondo de su corazón.

La parte de política es exasperante, sobre todo cuando están en la escuela, con un discurso repelente sobre la igualdad en boca de una mujer sin derecho a voto y de un hombre de raza negra que ni votaba ni podía beber con los blancos. Encima recochineo, ¿no? El sheriff es totalmente insoportable, así como algún otro secundario de chiste malo.

Mi nota se la dedico a él, a un John Wayne cincuentón que transpira amor por cada fibra de su ser y que busca y mira constantemente a su amada (atención a este detalle). A él, hundido entre las llamas de una casa, al ranchero sucio de polvo, al que se tumba en una escalera negligentemente, al que sonríe tranquilo vestido de sábado por la noche o enciende un cigarrillo en un quinqué. Su historia es tan triste como hermosa.

De lo mejorcito de Ford.
Kaori
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