Drama familiar japonés que plantea una situación que no desearía para nadie.

Aquí hay verdadera enjundia: unos niños intercambiados al nacer por error. Imagina el plan. Es que tiene que ser tan duro y terrible saber que has criado durante seis años a un hijo que no es tu hijos, o al menos no lo era cuando nació, y que tu otro hijo, el verdadero de sangre, lo tiene otra familia y es un ser ajeno a ti. Mira, es que de solo pensarlo me pongo pálida.

¿Cómo afrontar un hecho así? A mí en esta historia me ha faltado algún psicólogo, porque me cuesta creer que en un proceso semejante no se acuda a ayuda profesional. Ambas familias lo necesitan, en especial los niños. Hirokazu Koreeda opta por una visión amable de la situación e incluso de las personas. Todos son buenos, todos están de acuerdo. Vale.

También se toca el tema de la paternidad desde el punto de vista del método. Es decir, ¿cómo educar a tu hijo? Japón es un país de contrastes, y ese contraste se refleja en estas dos familias de niveles sociales diferentes y actitudes vitales distintas. Qué difícil es ser padre.

Cine íntimo y sensible. Bellamente triste, pero esperanzador a la vez.