Si me apuras, hasta hay que buscarlo y encontrarlo, porque vuelven a engañarnos con su presencia: de los ciento treinta y cuatro minutos, él saldrá como veinte a lo sumo. Eso sí, guapísimo, elegantísimo y britanísimo. Ojo a cómo lo miran las actrices secundarias de Hogwarts, qué risa.

Si hablo mucho de Jude Law es simplemente porque poco bueno se puede decir de la película, que es un producto fallido, irrelevante, bodrio, sacacuartos y paliducho cuyo único mérito, repito, es que tiene a Jude Law en el reparto. Lo demás parecen recortes de Harry Potter que la autora, responsable del guion, ha sacado de algún cajón y/o ha copiado de otras películas, cualquier otra película, porque no hay nada novedoso ni original. Ni siquiera está bien reciclado. El montaje es un desastre, algo muy serio tuvo que ocurrir en la edición de la cinta para hacer este desastre en el que los tiempos no cuadran y los personajes aparecen y desaparecen sin tener en cuenta donde estaban antes ni lo que hacían.

La historia es básicamente como la primera. Ya está. Más explicaciones no tienen sentido. Está el malo, que es el mismo de la primera entrega; está el menos malo, que también es el mismo, y están los protagonistas de la anterior, con Redmayne como protagonista haciendo lo único que sabe hacer: ser tímido y agachar la cabeza. También hay una historia de ¿venganza?...; mira, es que no importa porque es puro relleno, así que tranquilos.

En fin, que sigue sin colar.