Bueno, pues otro de los blockbuster del verano ha llegado a las salas de cine. Por suerte o por desgracia. «Escuadrón suicida» parece haber dividido a público y crítica. Razones hay de un lado y del otro.

Digamos en su defensa que «Escuadrón suicida» no es aburrida. Solo lo parece. El problema es que no tiene argumento en por lo menos tres cuartos de hora y lo que ocurre durante esa primera parte es como una repetición constante. Por ejemplo: ¿cuántas veces van a presentarnos a Deadshot y a Harley Quinn? Nos queda claro que son los villanos protagonistas, que Will Smith es la estrella y a Margot Robbie hay que exhibirla, de acuerdo. El resto de personajes apenas merecen un par de minutos de compromiso, incluido el Joker. Creo que seré de los pocos que defiendan la visión demencial de Jared Leto. Un Joker a quien encuentro más allá de la locura, más allá de lo que concebimos como locura, más allá de lo que podemos imaginar que es la locura. Creo que esto es un punto a favor del personaje y de la película, porque él y Quinn nos ofrecen los mejores y más siniestros momentos, si bien no es en absoluto necesario que lleve fundas en los dientes y hable como un renacuajo con ortodoncia. De risa.

La hora de egocentrismo supervillano pasa y nos encontramos, entonces sí, con el guion. Aquí debo decir que la historia es tan soberanamente simple, que cometer un error es para suicidarse: malo super malo quiere destruir el mundo y los malos no tan malos deben frenarlo mientras se hacen amiguetes. Punto. Para empezar, llama la atención que esta señora Amanda, de la que no nos explican de donde viene ni a donde va, tenga la feliz idea de reclutar contra una amenaza paranormal a un ladrón con un boomerang, a una chica con catana y a una loca con bate de béisbol... Ajá. Entiendo la elección de Diablo, que sin duda es el más eficaz aunque nadie en toda la puñetera película lo diga, y de Encantadora, que es muy poderosa aunque se vea venir a los dos segundos que a esta no hay quien la domine; si me apuras, el sosainas de Deadshot también pude ser útil con las armas suficiente, pero el resto... ¿qué basura de equipo es?

David Ayer se explaya en chulerías y gansadas de sus villanos, en exclamaciones slow motion sobre lo outsiders que son y lo bien que pelean, pero si hubiera empleado un poco más de ese tiempo en desarrollar las relaciones entre los personajes, la historia no hubiera quedado tan forzada ni lisa, y desde luego hubiera sido mucho más coherente. Porque encima se ponen a pastelear con la moral. Si eres malo, eres malo. Esta gente se presenta como sociópata pero es mentira: son amigos leales, hombres y mujeres enamorados, personas arrepentidas, cariñosos padres de familia... En serio, no me toques las narices.

Destaco muy especialmente la banda sonora y a Pinky, el unicornio rosa. Sin ser un abrupto, «Escuadrón suicida» tira a olvidable porque escasea de originalidad y reposa en el mediocre y cómodo universo cinematográfico moderno. Más contundencia y menos drama social, señores míos, que esto debía ser una canallada exultante, un frenesí de personajes carismáticos, una algarabía de almas en caos.

Y no lo es.

Más cositas en Spoiler.