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Voto de Kaori:
5
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Cine negro. Thriller
España, a comienzos de los años 80. Dos policías, ideológicamente opuestos, son enviados desde Madrid a un remoto pueblo del sur, situado en las marismas del Guadalquivir, para investigar la desaparición de dos chicas adolescentes. En una comunidad anclada en el pasado, tendrán que enfrentarse no sólo a un cruel asesino, sino también a sus propios fantasmas. (FILMAFFINITY)
30 de septiembre de 2014
277 de 434 usuarios han encontrado esta crítica útil
Thriller con un toque negro, no demasiado, a cargo de Alberto Rodríguez, quien también co-escribe el guión de «La isla mínima». Loable y efectivo intento que siempre es de agradecer en el cine español, pero que termina descompensándose. Como veo que todo el mundo alaba el guión apunto en spoiler algunas lagunas, por no decir marismas, que no pueden tolerarse en una obra genial.
Factura técnica destacable gracias a la sincera y opresiva ambientación andaluza, y a una fotografía occipital impresionante cargada de símbolos y efectos visuales; por ejemplo el paisaje de los créditos iniciales es un cerebro en toda regla. El toque excelente lo aportan los actores, y no me refiero a Jesús Castro, a quien encuentro pésimo, sino al dueto protagonista. Raúl Arévalo es un intérprete con personalidad y reconozco que me encanta su estilo, su voz, sus ojos entornados; el hándicap con el que cuenta es que su personaje se perfila a la sombra de su compañero de reparto, el agente Juan, verdadero héroe de la historia. Javier Gutiérrez asombra en un papel dramático con un personaje que logra una sincronización absoluta entre la suavidad y la dureza; obvio el recurso de la enfermedad terminal como supra castigo divino por sus maldades porque me repatea.
Eso no es ser valiente, señor Rodríguez, sino caer en el cliché; el mismo en el que cae al introducir la Brigada Político Social y las torturas. Me pregunto qué aporta a la historia, excepto la tan manida y manipulada ambigüedad moral, elemento importante de la película que sin embargo no tiene fundamento: para que una persona sea buena y mala a la vez, hay que darle una justificación, una coherencia interna que no ocurre, o no se ve, en la película. De hecho, si la idea era confrontar dos modelos de pensamiento, «La isla mínima» ha fracasado. Primero, porque Rodríguez no imprime la tensión que se esperaría entre caracteres tan teóricamente contrarios, si es que lo son visto lo visto. Dos, porque hay una falta de diálogos alarmante, así que los personajes, silenciosos y profesionales, evitan tener que explicarse uno al otro su visión sobre la vida, la justicia, la política, la violencia o los remordimientos, y de esta manera se omite entrar en el laberinto del post franquismo con verisimilitud y reflexión.
Tal cual es, te hace pasar un rato enganchada. Al final, ¿todo está en orden o no? Pues mira, no lo sé, pero adivina quién es el culpable.
Factura técnica destacable gracias a la sincera y opresiva ambientación andaluza, y a una fotografía occipital impresionante cargada de símbolos y efectos visuales; por ejemplo el paisaje de los créditos iniciales es un cerebro en toda regla. El toque excelente lo aportan los actores, y no me refiero a Jesús Castro, a quien encuentro pésimo, sino al dueto protagonista. Raúl Arévalo es un intérprete con personalidad y reconozco que me encanta su estilo, su voz, sus ojos entornados; el hándicap con el que cuenta es que su personaje se perfila a la sombra de su compañero de reparto, el agente Juan, verdadero héroe de la historia. Javier Gutiérrez asombra en un papel dramático con un personaje que logra una sincronización absoluta entre la suavidad y la dureza; obvio el recurso de la enfermedad terminal como supra castigo divino por sus maldades porque me repatea.
Eso no es ser valiente, señor Rodríguez, sino caer en el cliché; el mismo en el que cae al introducir la Brigada Político Social y las torturas. Me pregunto qué aporta a la historia, excepto la tan manida y manipulada ambigüedad moral, elemento importante de la película que sin embargo no tiene fundamento: para que una persona sea buena y mala a la vez, hay que darle una justificación, una coherencia interna que no ocurre, o no se ve, en la película. De hecho, si la idea era confrontar dos modelos de pensamiento, «La isla mínima» ha fracasado. Primero, porque Rodríguez no imprime la tensión que se esperaría entre caracteres tan teóricamente contrarios, si es que lo son visto lo visto. Dos, porque hay una falta de diálogos alarmante, así que los personajes, silenciosos y profesionales, evitan tener que explicarse uno al otro su visión sobre la vida, la justicia, la política, la violencia o los remordimientos, y de esta manera se omite entrar en el laberinto del post franquismo con verisimilitud y reflexión.
Tal cual es, te hace pasar un rato enganchada. Al final, ¿todo está en orden o no? Pues mira, no lo sé, pero adivina quién es el culpable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
-La escena de Quini entrando en el coche y amenazando con la navaja es imposible de rodar. Ambos personajes deberían haber visto que salía alguien de la casa, que se acercaba a ellos, que abría la puerta del coche y se sentaba. Hombre, no.
-¿El asesino no puede cambiar de coche? Dos policías investigando en un pueblo diminuto, un montón de cómplices bajo sospecha... y van y cogen a otra niña para matarla en el mismo coche blanco. En fin.
-¿Quién golpea a Juan cuando ve al hombre del sombrero? Y otra vez el mismo fallo: ¿cómo no le ve ni le oye si es un campo vacío y solitario? ¡Por favor!
-En el desenlace: después de hablar con el juez, de escuchar la grabación (¿con quién habla la niña, por cierto?), de interrogar a la señora del coto y de ir a la casa abandonada... ¡se encuentran por la carretera con el coche del asesino! ¿Se puede saber de dónde viene o a dónde va para que justo le pillen cruzando por allí? ¿Cómo es posible esto?
-¿Quién les envía las fotografías pornográficas en un sobre? Misterio.
-¿Por qué las cuatro muertes han ocurrido en septiembre? No hay relación causal entre el crimen y el mes, aunque nos hacen creer que sí.
-¿Cómo está montada la trama criminal? ¿Quini se las liga, se las da al rico y luego las matan entre los tres? Si el primer asesinato ocurrió cuatro años antes y la víctima no tenía relaciones con Quini, ¿qué pasó? Sebastián trabajaba en el hotel, ¿de qué forma entablaron contacto? Es más: este Sebastián, siendo guardés ahora, ¿cómo convence a las niñas para que se crean que les va a dar un trabajo en la ciudad? Otra cosa: si lleva dos años fugado viviendo en la casa, ¿cómo que el cazador afirma que no le ha visto en su vida?
-¿Ningún padre sospecha de ese Quini, que está relacionado con las últimas tres desaparecidas? Las muchachas, ¿no son un poco crédulas?
-¿Qué pasa con la familia de las dos adolescentes? ¿Les matan los traficantes? ¿Se van del pueblo? Esta trama debería haberse cerrado, ¿no?
Si alguien sabe las respuestas, estoy abierta a explicaciones.
-¿El asesino no puede cambiar de coche? Dos policías investigando en un pueblo diminuto, un montón de cómplices bajo sospecha... y van y cogen a otra niña para matarla en el mismo coche blanco. En fin.
-¿Quién golpea a Juan cuando ve al hombre del sombrero? Y otra vez el mismo fallo: ¿cómo no le ve ni le oye si es un campo vacío y solitario? ¡Por favor!
-En el desenlace: después de hablar con el juez, de escuchar la grabación (¿con quién habla la niña, por cierto?), de interrogar a la señora del coto y de ir a la casa abandonada... ¡se encuentran por la carretera con el coche del asesino! ¿Se puede saber de dónde viene o a dónde va para que justo le pillen cruzando por allí? ¿Cómo es posible esto?
-¿Quién les envía las fotografías pornográficas en un sobre? Misterio.
-¿Por qué las cuatro muertes han ocurrido en septiembre? No hay relación causal entre el crimen y el mes, aunque nos hacen creer que sí.
-¿Cómo está montada la trama criminal? ¿Quini se las liga, se las da al rico y luego las matan entre los tres? Si el primer asesinato ocurrió cuatro años antes y la víctima no tenía relaciones con Quini, ¿qué pasó? Sebastián trabajaba en el hotel, ¿de qué forma entablaron contacto? Es más: este Sebastián, siendo guardés ahora, ¿cómo convence a las niñas para que se crean que les va a dar un trabajo en la ciudad? Otra cosa: si lleva dos años fugado viviendo en la casa, ¿cómo que el cazador afirma que no le ha visto en su vida?
-¿Ningún padre sospecha de ese Quini, que está relacionado con las últimas tres desaparecidas? Las muchachas, ¿no son un poco crédulas?
-¿Qué pasa con la familia de las dos adolescentes? ¿Les matan los traficantes? ¿Se van del pueblo? Esta trama debería haberse cerrado, ¿no?
Si alguien sabe las respuestas, estoy abierta a explicaciones.