Sigo buscando la otra gran obra de Garci después de «El abuelo», tendré que ver si ha sido capaz de igualarse o superarse. Quién sabe, quién sabe.

De momento, «Tiovovo C. 1950» no es una de esas obras, está claro. Tierna, siempre elegante, de una corrección técnica envidiable y un plantel de actores que ha hecho que piense que están todos los intérpretes españoles del mundo, la película se queda en una especie de murmullo con el que puedes desconectar muy fácilmente si no prestas atención. Como en la hora final la trama parece que se encauza y que la vida giratoria va a tomar la forma adecuada y va a ir cerrando historias, pero no es así. Todo queda en el suspiro, en el esbozo. Además, comete la torpeza de incluir escenas mínimas que no tienen pasado ni futuro, así que se quedan en tierra de nadie; por ejemplo, el camarero (Francis Lorenzo) con el perro, la intervención de Fernando Fernán-Gómez o Fernando Guillén Cuervo y Ana Fernández, con una historia, por cierto, que no logro esclarecer.

Ya que estamos, me quedo con el personaje de Santiago Ramos y su Irineo, director de banco, alma de cineasta y con un bombón de señora que, malpensados que somos por eso del estereotipo prejuicioso, confundimos con una vulgar amante. Otra historia que requiere de un spin off inmediatamente es la de la bella Elsa Pataky, una actriz a reivindicar le pese a quien le pese, y Ramón Langa; no debemos hablar de ella, pero, en fin, te quedas de piedra y me niego a que eso acaba así, seguro que no.

Buen envoltorio pero regular contenido. Garci, yo confío en ti.