De esta forma, nos hubiéramos evitado ver esta «cosa» creada por Rob Cohen. Sí, es tan mala como te puedas imaginar; y no, no es Top Gun, aunque lo intente.

Hay algo que me llama poderosamente la atención de estas pelis: lo pringaos que son los protagonistas masculinos. Una cosa es ser chulo, y otra tener seguridad en uno mismo; una cosa es ser graciosillo, y otra ser agradable. Confundimos los valores, y así vamos, con un hombre que se da el lote mientras la compañera está al lado tomándose una copa. ¿Se puede ser más chapucero? Eso, señores, será ser muy «guay», pero no es ser atractivo. Al seductor no se le ve, al seductor se le presiente; al seductor se le desea, pero no se le toca; el seductor es siempre elegante, no importa lo que haga, y tiene esa cualidad ya olvidada: carisma.

Hombres a parte, la trama es una chorrada. No se la puede definir de otra manera. Es verdad que hacia el final la historia toma un giro que pretende ser serio y profundo, pero es que antes de eso te han metido minutos interminables de vuelos incomprensibles, diálogos penosos, tensión cero, guión corriente y música espantosa. ¿Qué queda, entonces? Pues nada. Aburrimiento puro y duro, a no ser que hagas la típica gracia y te rías un poco. Pero es que ni para burlarse sirve.

Un desperdicio total.