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España España · Málaga
Voto de Kaori:
5
Romance. Aventuras. Drama Libremente inspirada en la obra homónima de la escritora danesa Isak Dinesen. A principios del siglo XX, Karen (Streep) contrae un matrimonio de conveniencia con el barón Blixen (Brandauer), un mujeriego empedernido. Ambos se establecen en Kenia con el propósito de explotar una plantación de café. En Karen Blixen nace un apasionado amor por la tierra y por las gentes de Kenia. Pero también se enamora pérdidamente de Denys Finch-Hatton ... [+]
7 de abril de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llevo dos días con la música de John Barry en la cabeza. Si algo bueno tiene «Memorias de África» es la espléndida y dulce banda sonora, que te envuelve y te transporta hacia un lugar mucho, mucho más allá de África.

Claro, que eso es hacer trampas. Porque uno mete la música acompañando a esos paisajes impresionantes de la naturaleza africana y a esos bellísimo leones campando por la llanura, y es que tiene que gustarte a la fuerza. Sin embargo, hay que procurar no quedarse extasiado con los instantes puntuales, sino ver en qué consiste «Memorias de África» en su conjunto. ¿Y en qué consiste? Pues en una historia de esas que están muy cuidadas y son muy correctas en la realización, pero que te producen una completa indiferencia; una película que ni te gusta ni te deja de gustar, que no te inspira ni interesa, que te da igual, que podrías verla otra vez o no verla y que no significa nada para ti. Eso es «Memorias de África».

Dúo actoral de categoría. Meryl Streep, estupenda; su personaje es el típico femenino que lo hace todo mal pero que, igualmente, queda muy bien ante el mundo. Sobre sus negocios no diré nada porque creo honestamente que es donde mejor se porta, pero en su vida personal es un desastre. Primero se echa como amante, desconozco si por amor, a un tipo que la engaña; luego se casa por desesperación (ya deshonrada, quién la va a querer, se dice ella) con un hombre a quien no ama pero que le cae muy bien, aun sabiendo que es un cazafortunas y un mujeriego empedernido; y, para rizar el rizo, se enamora como una loca de un apuesto cazador con el rostro de Robert Redford que sólo va a verla para dormir en cama caliente. Bueno, en realidad esto nos lo pintan como una gran historia de amor, pero yo no me creo este romance en ningún momento: una que no se quiere divorciar para no quedarse sin nadie (dice ella) y otro que quiere ser libre. Escribía el maestro Cernuda que «libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien». Eso es amor. El resto, cuentos.

No se pasa mal, es idílica colonialmente hablando y la extensión del metraje no resulta cansina. Agradable de ver, fácil de olvidar.
Kaori
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