Stanley Kramer es un buen director y de hecho un año después nos daría su obra magna «Vencedores o vencidos», de lo mejor que se ha hecho en el cine clásico y a la que es imposible no remitirse teniendo en cuenta que también va de juicios, como «La herencia del viento». Sin embargo, en esta otra cinta la cosa no le sale tan bien.

La película tiene una factura eficaz, no especialmente brillante pero correcta. A mí sí me gusta el regusto teatral de los pocos escenarios, la puesta en escena y los parlamentos. No creo que esto sea un problema para el cine. En el apartado interpretativo será el dúo protagonista quien monopolice la acción. No voy a criticar a Spencer Tracy porque me gusta su temple, pero (como le ocurría, por cierto, a su pareja sentimental) ¿no hace siempre el mismo papel? Pese al punto caricaturesco, creo que el gato al agua se lo lleva en esta ocasión Frederic March. Bueno, y no nos olvidemos de Gene Kelly. No nos olvidemos de él nunca, porque lo vale. Su personaje me parece un poco metido con calzador, eso sí.

Ahora bien, fijémonos en el guion. Es que parece que nadie se fija en los guiones. Un juicio absolutamente ridículo en el que prometo que no sabes qué se está juzgando en realidad, ni cuál es la defensa, que es lo principal y el punto de partida sobre lo que debería girar un debate coherente sobre la libertad, la religión, las leyes... En fin, algo que no sea gente fanática gritando «amén» y poniendo caras de malos. Atención que el acusado no habla en toda la película, ni le preguntan su posición, qué ha hecho. Nada. No, en su lugar vamos a interrogar al fiscal sobre qué piensa sobre la Biblia. Pero bueno..., esto qué es.

El único debate que sobrevuela es si la Biblia es compatible con la ciencia moderna, a lo cual se le pueden dar muchas respuestas que tampoco se tratan aquí, porque como digo el guion es una chapuza y se pierde en un juicio inútil, de poca argumentación por ninguna de las dos partes. Todo para al final ponerse a pastelear y querer contentar a todos; soy ateo pero poquito, todos tienes razón o cualquier otra conclusión por el estilo a la que además se llega, repito, sin ningún fundamento.

Francamente decepcionante con el buen material con el que se contaba.