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España España · Málaga
Voto de Kaori:
4
Cine negro. Drama Un profesor de universidad y su amante, una mujer casada de la alta burguesía, atropellan accidentalmente a un ciclista. Temerorosos de que se descubra el adulterio, deciden ocultar el trágico accidente. (FILMAFFINITY)
27 de octubre de 2013
14 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Juan Antonio Bardem se le ve a leguas de dónde viene y a dónde va, lo cual no es malo ni bueno siempre y cuando la obra que se ofrezca rehuya los clichés y la manipulación. ¿Lo consigue «Muerte de un ciclista»? Creo que no.

Para plasmar lo corrompida y oscura que Bardem considera a la sociedad de Franco, no se le ocurre otra cosa que introducir un crimen: un ciclista atropellado y dos amantes que huyen impunes, en una especie de alusión a la falta de dignidad y ética de las clases pudientes, repleta de individuos «vacíos», por no decir «alienados». ¿De verdad es ese el mensaje? ¿Podemos tomar por válido ese retrato malsano de las clases altas y victoriosas, o de todo un país? Porque, claro, la falta de escrúpulos y el miedo sólo se daba en la España de Franco, que era muy católica y muy «gris»; pero hoy en día, que somos una democracia aconfesional e, imagino, de colores, a los ciclistas no se les mata en la carretera y nadie se da a la fuga después de un atropello...

Claramente, la denuncia moral no nos sirve, así que este trabajo sólo queda reducido a manifiesto propagandístico: a Bardem no le gustaba Franco ni su régimen, así que grita aquí «fuera, fuera» en boca de Juan y se queja de que nadie más lo grite. Muy respetable, pero ¿qué más? Lo curioso es que nos planta un protagonista, presumiblemente Republicano, que se hace el interesante y el oprimido (¡oh, sí!, vive tan mal...) pero que viene a acatar, aunque con discursos muy raros y palabras neutras, la moral conservadora establecida, esa que algunos llamáis «rancia» y Bardem se supone que critica. Y pa’ esto, ¿tanto?

Más allá de la política, «Muerte de un ciclista» resulta un drama con poca repercusión. Guión flojo, descompensado; un dibujo de situaciones y caracteres carente de vida y personalidad, casi inverosímiles; historia que se ramifica y no se asienta nunca, y una dirección detallista, de lo mejor de la película, pero con lo peor del cine clásico: efectismos y grandilocuencias sin pulir. La escena final no me queda clara, pero lo anterior es de lo más previsible. Eso sí, Alberto Closas era inmenso.

Que sea una película antifranquista, no quiere decir que sea buena. Esta es tremendamente floja a pesar de sus aciertos.
Kaori
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