Michael Fassbender con fusta en la mano es algo que puede despertar nuestras peores y más obscenas fantasías. Al fin y al cabo, es posible que todos, de una u otra manera, necesitemos un psiquiatra.

David Cronenberg filma lo que puede considerarse un drama de época con nada más y nada menos que los doctores Carl Jung y Sigmund Freud como protagonistas. Esto es muy grande. Se añade al tête à tête la doctora Sabina Spilrein, una mujer que debemos decir que tuvo un destino trágico y además fue pionera del psicoanális, pero que, por algún motivo, aquí parece totalmente relegada al papel de amante histérica. Ellos son Michael Fassbender, Viggo Mortensen, ambos de diez, y Keira Knightley, solvente.

De hecho, «Un método peligroso» tira por donde no debe, por terrenos sentimentales y sociales cuando lo que de verdad importa son las teorías profesionales de estos dos titanes de la mente. Así, a medida que transcurre la película nos damos cuenta de que no nos vamos a enterar de lo que piensan realmente estos doctores sobre la psicología humana. Se comenta algo de la pulsión de vida y muerte y se trata de ser polémico con el deseo sexual, pero es que nada de esto llega ni por asomo a definir las complejidades humanas que tan bien, que tan revolucionariamente expusieron Freud y sus colegas. El duelo era mental, cerebral, psicológico, no romántico, reivindicativo ni feminista.

Con todo, «Un método peligroso» despliega una factura elegante y nos invita a conocer figuras de la medicina fundamentales para entender el siglo veinte y, sobre todo, a nosotros mismos. De acuerdo.