Recuerdo que esta película me encantó cuando la vi hace unos cuantos años, se ve que los suficientes como para que las cosas (la película, yo misma, las circunstancias) hayan cambiado por completo.

Entretener, entretiene, pero no hay mucho más en este río poco tempestuoso y con nadadores no muy bravos. John Wayne, muy simpático, es un pedazo de sheriff, paternal y amigo de sus amigos, pero su historia con la preciosa Angie Dickinson estropea toda la trama; además de caer en un enamoramiento poco trabajado, especialmente por parte de ella, que se enamora sin explicación aparente.

Del resto de carceleros destaca por su personaje atormentado el de Dean Martin, aunque yo sinceramente me quedo, más que con su interpretación, con su número musical a dúo con Ricky Nelson. Preciosas voces y preciosa escena que no es más que un adorno, lo que no quieta (o quizá por eso) que sea de lo mejor de la película junto con «La canción del degüello», asombrosa melodía de Tiomkin. Supera a la original mexicana.

Las escenas de acción son escasas y poco intensas, e incluso la batalla final es prácticamente un paseo con mucho de suerte. Yo es que, claro, pienso en Leone y pongo el listón muy alto. O en los magníficos de Sturges, que cada vez que hablaban parecía poesía.

«Río Bravo», en cambio, podría considerarse un western de aventuras, sin más. De poco calado, pero con cierto encanto que te deja buen sabor de boca.