Y cito textualmente a uno de los personajes. A veces las películas dan mensajes ocultos de lo más esclarecedores, ¿eh?

Dan Brown se hizo mundialmente conocido por su novela «El código Da Vinci» y, como es lógico, luego vino la película, una mega super producción protagonizada por un Tom Hanks que puede hacer de lo que quiera menos de héroe/galán, así que insisto en que el papel de Robert Langdon no se escribió para él. A los mandos, el polifacético Ron Howard, quien hizo lo que pudo con lo que tenía, así que no creo que haya que presionarle demasiado. Reparto internacional, ambientación europea y final... ah, del final no digo nada.

Efectivamente, la historia de «El código Da Vinci» es una chorrada. Una chorrada Histórica, una chorrada teológica y una chorrada de guión, que es a lo que más importancia le doy teniendo en cuenta, repito, que es ficción. Vamos a ver, para empezar: que a un moribundo le de tiempo a desnudarse, pintarse en el pecho un símbolo, hacer otros tantos en el suelo y escribir un mensaje críptico antes de morir es tan descabellado, que el resto de trama te parece prácticamente de risa. ¿Dónde estaba el asesino, por favor? Pasemos por alto los demás mensajes que va dejando por todo el museo, porque, siendo buenos, podemos pensar que ya los tenía hechos... aunque, en fin, eso también sería de lo más inverosímil, así que imaginemos el cuadro. A partir de aquí, la trama va de una pista despistante a otra, aunque la pregunta se hace inevitable: ¿para qué las puso la víctima? Si la misión es salvaguardar y proteger el Santo Grial, ¿por qué deja claves para que se encuentre? ¿Por qué se lo desvela a quien quiera investigarlo, exponiéndose a que el villano que le ha matado también lo encuentre? Y los del Priorato de Sión, ¿dónde se meten durante las dos horas de película? ¿Qué hacen estos señores mientras el Santo Grial está en peligro?

Sobre la idea de María Magdalena y la sangre de Cristo debo decir que como hipótesis literaria es muy resultona y da pie a muchas aventuras, como se ha podido demostrar. Punto. Lo que sí quisiera aclarar es que «El código Da Vinci» no es un libro de Historia ni Religión, así que parece mentira que algunos lo tengan como libro didáctico de cabecera. Que sé que lo tienen.

Se pasa el rato, hay que admitirlo, sobre todo con sentido del humor, pero es una completa chorrada. Con todas las letras y sin encriptado.