Esto va de un monasterio budista igual de perdido que el planeta Dagobah, en el cual viven un monje a lo Yoda, el cual posee la fórmula de Jordi Hurtado para ser inmune al paso de los años, y su discípulo, que en cada etapa de su vida, resulta ser un actor diferente vaya usted a saber por qué. Al principio es un chavalín repelente que tortura animales y berrea, luego es un chaval en la edad del pavo y que parece mongui, más tarde es Prince, y luego uno normal.

Un único escenario donde se desarrolla la acción, pocos personajes, escasos diálogos, unos parajes de tremenda belleza sea la estación que sea... Parecía que iba a ver otra obra de arte como "El camino a casa", pero por desgracia no fue así. Bajo ese halo de sencillez se esconde una obra que requiere de un curso en criptografía para poder llegar a comprenderla. Básicamente, de sus 100 minutos de duración, lo único que saqué en claro es que el budismo es guay, y que la vida es una mierda, mayormente. Y ya está. Quizá en una revisión futura, me dé cuenta de lo que significa una piedra atada, o las puertecillas esas que tienen, pero hoy por hoy, no.

El personaje principal, además, que lleva todo el peso de la historia, mostrándonos las etapas de la vida, es uno con el que no llegué a empatizar en ningún momento. O bien me resultaba odioso, o cargante, directamente, con sus sobreactuaciones odiosas. Deseaba en cada momento ser su maestro (sin dudarlo, lo mejor de la peli), dándole severos correctivos, que es lo que se merece. Y el resto de personajes, pues no les veo que aporten demasiado a la trama. Y la banda sonora de peli de terror chusquera... no, no le pega mucho a la historia.

Con lo cual, aunque sus bellos parajes, el personaje del maestro, y su capacidad para no aburrir a pesar de sus pocos diálogos y acción resultan bastante atractivos, su complejidad tremenda y su patente falta de sentimiento le hacen bajar puntos.