Brandon Cronenberg continúa en Infinity Pool con la misma interesante narrativa y línea de estilo visual de sus trabajos anteriores. Aquí nos muestra como tras esas fachadas disfrazadas de paraísos se esconde pobreza y máxima violencia y como los turistas forman parte de ese engaño. Este contraste lo trata Cronenberg casi como una experiencia surrealista.
La ciencia ficción es una pieza clave en el desarrollo de la trama, aunque no obtenemos muchas respuestas respecto a esta temática. Por lo tanto hay aspectos que funcionan más que otros.
La película juega con la identidad y la conciencia del ser humano.
Ya más en lo técnico hay mucho juego con la iluminación, con diferentes colores, componiendo la fotografía esta variedad de filtros y fragmentación de imágenes que van muy bien.
A modo de conclusión: no me olvido de la energía y el magnetismo de Mía Goth. Entonces, el film es una gran sátira hacia el turismo, a ese grupo de élite que con muchísimo dinero pueden lograr casi todo. Hay una interesante dosis de carga sexual y de violencia en el mundo profundo y retorcido de la mente humana que nos trae Infinity Pool.