Obelix, interpretado por Depardieu, que lleva años y años de capa caida haciendo el ridículo por Francia e, incluso, EEUU, es un tipo extremadamente bonachón e, incluso en ocasiones, bobalicón, no un anormal de tomo y lomo como aquí lo pintan.

Asterix, al cual caracteriza Clavier (del todo inverosímil), es un carismático y atrevido galo, sujeto a su propio código de honor y cuya virtud es la honestidad, no alguien que parece arrastrarse por la pantalla y, además de no tener porte, resulta extremadamente blando como personaje.

Detritus es un fiel servidor del Cesar, algo lelo y un pelín cobarde, no alguien que traiciona a su señor, amen de estar encarnado por un Benigni que parece sólo sabe gesticular y rendirse a la sobreactuación más pueril y bochornosa.

Cesar es el señor de Roma, un señor emblemático, con distinción y elegancia, no un tipo que se dedica a vagar de secuencia en secuencia como si de un simple títere se tratara, por mucho que intente enderezarlo el intérprete que le da vida.

Falbala es una encantadora muchacha, de esvelta figura y bello rostro, no una tía con unas berzas enormes y el sentido del romanticismo en la punta del ...., además de parecer una cajera del súper.


Y podría seguir indeterminado tiempo, pero como desde mi punto de vista, al juzgar una adaptación de una obra, hay que juzgarla independientemente de su original (puesto que son artes distintos, y es muy difícil plasmar lo mismo al interpretarlo en una pantalla, para muestra "Sin city"), pues diré lo que aquí es obvio: Guión bochornoso y vomitivo, infraactuaciones que rozan el ridículo, situaciones que apenan cuando deberían resultar divertidas y un puñado de milloncejos más malgastados por un país que hace mucho que perdió el norte. Gracias Francia por demostrarme una vez más, que perdisteis la magia ya hace algún tiempo.