Haz click aquí para copiar la URL
España España · Honor al Sabadell!
Voto de Grandine:
9
Drama Texas, principios del siglo XX. Una historia sobre la familia, la avaricia y la religión. Daniel Plainview (Daniel Day-Lewis) se traslada a una miserable ciudad con el propósito de hacer fortuna, pero, a medida que se va enriqueciendo, sus principios y valores desaparecen y acaba dominado por la ambición. Tras encontrar un rico yacimiento de petróleo en 1902, se convierte en un acaudalado magnate. Cuando, años después, intenta ... [+]
20 de marzo de 2008
83 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
La crudeza de los acordes nos adentra en las áridas tierras que oyen chapotear el crudo alrededor del incesante golpeo de la piqueta sobre ese terreno rudo, desconsolador, intratable.
Golpe tras golpe, se nos clava en la sien, el pálpito de cada impacto nos aturde y nos acerca al ambicioso impulso de un tipo por palpar todo ese oro negro.
Ni un mísero diálogo en casi treinta minutos, sólo incesante ruido e imperecederas imágenes que se te graban en la retina, y que clavan en ella ese empeño, esas ganas, esa increible ilusión del protagonista por emerger de entre tantos otros junto a su preciado tesoro. Y nada más es necesario, nada más para comprender qué busca, qué desea con todo su empeño, para impregnarte con la increible fuerza de voluntad de un hombre que desharía su propia piel contra el tosco terreno con tal de conseguir su objetivo.

Luego arranca, de modo atronador, y en dos sencillas y explícitas secuencias conoces a Plainview, su socio y heredero y al joven Sunday, ejes de una historia que se tornará tensa, oscura, brusca, atrapante, desquiciante e incluso rocambolesca, pero que pese a ello no dejará en tierra de nadie a ese codicioso prospector que hace temblar con su impávido rostro, a ese serio y casi siniestro niño que nunca ha concebido la dependencia de unos valores tradicionales como algo corriente o al presuntuoso predicador que olvidará quien es realmente para pasar a formar parte de un círculo vicioso, intenso, de destrucción y desolación.

El camino recorrido por Daniel Plainview dejará toda clase de claroscuros en su trayecto por enaltecer su figura, se verá obligado a vivir con un odio que nunca quiso engendrar, pero que surgió de repente y se cernió sobre él a través de una figura sobre la que volcó sus expectativas, obligado a lidiar con una situación propiciada por oportunistas o simplemente por buscadores de un regazo sobre el que caer con comodidad y asediado por todos aquellos que creían que su ambición poseía un precio, que su vanidad y su afán por llegar donde otros ni habrían soñado podían ser puestos a prueba con simples y vanos argumentos. Y es que, pese a su codicia, él buscaba un sentimiento que nunca encontró, que siempre perdió porque nada era propicio, y así llegaron el fracaso y el temor en lo personal, el fracaso por no haber sabido sobrellevar ambas facetas de su vida. Y la ilusión se tornó podredumbre, miseria moral. Y el empeño se distorsionó hacía el desazón. Y la fuerza se volvió flaqueza. Y del petroleo emergió sangre. Porque aunque el gesto altivo jamás desapareció de su rostro, quiso ser uno de tantos otros con aquellos que tuvo cerca, pero mientras haya riqueza, sólo habrá sangre. Sangre viciada y putrefacta. Pero sangre, al fin y al cabo.
Grandine
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow