Para que negarlo, la idea inicial es jodidamente buena, pero claro, también es jodidamente difícil de desarrollar. Y si encima le das la oportunidad a un tipo como Larry Cohen, que aun no ha hecho nada bueno en su vida, pues no hay quien escarbe.

La cuestión es que ver a un tipo encerrado en una cabina y rodeado de pelmas que no paran de dar la brasa porque deben llamar y casualmente no hay más cabinas en kilometros a la redonda (aunque todavía es más jocoso que los personajes que quieran llamar sean prostitutas y que cuando se les suelta un fajo de billetes aun se queden allí preguntándose si el tío está enfermo), pues resulta un tanto irritante y cansino.

Y luego llega el poli que, como no, es más bueno que la madre Teresa de Calcuta. Y no sólo eso, sino que además se cree que la cabina es un confesionario o algo, sino, ¡es inentendible que se ponga a contarle su vida al Farrell!, ¿va de psiquiatra..? No, más bien diría que huele a tópico. Y a podrido, qué carajo. Personaje estereotipado donde los haya y que, como no, ofrece una ayudita para que el guión se retuerza cada vez más, porque claro, como es el poli bueno, pues el Farrell ya puede bailar la macarena en la cabina, o sacarse una Uzi, que como es muy comprensivo no sucede nada.

Pero a continuación, cuando crees que nada puede ser peor, llega el final, con ese tufillo adoctrinante y ese tipiquísimo y lamentable discursito. Y bueno, aunque haya un pelín de tensión, pues como que no compensa la cosa...
Por lo menos demos gracias a que no la protagonice el Bloom o alguno de estos, aunque bueno, en ese caso se tendría que llamar "Ultima mamada", porque sino, ya me dirán de qué sigue ese tipejo en esto del cine..jeje