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Voto de Anibal Ricci:
10
Drama. Romance Chris Wilton (Jonathan Rhys Meyers) es un ambicioso y joven profesor de tenis con escasos recursos económicos. Gracias a su amistad con Tom Hewett (Mattew Goode), consigue entrar en la alta sociedad londinense y enamorar a su hermana Chloe (Emily Mortimer). Tom, por su parte, sale con Nola Rice (Johansson), una atractiva americana, de la que Chris se encapricha nada más verla. El azar, la pasión y, sobre todo, la ambición llevarán a ... [+]
14 de julio de 2016
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra mayor de este genio neoyorkino. Allen deja la comedia de lado y conversa con Dostoievski, frente a frente, sin importar la época del relato. “Si Dios no existe, todo está permitido”, escribió el escritor ruso. Sólo ambición, sexo y ambición, parece interpretar Allen en un guion perfecto que guarda similitudes con “Crimen y castigo”. Chris Wilton, un joven profesor de tenis, logra ingresar al seno de una familia londinense de la alta sociedad. Mediante calculados movimientos enamora a la hija del magnate e ingresa a un mundo de opulencia. Pero desde que ve a la novia de su futuro cuñado, se encapricha con ella. De origen humilde, Chris entiende de privaciones y no está dispuesto a contravenir sus deseos. Es un chico educado, pero no está a la altura de la cultura y el arte, disfruta de la ópera, pero no de su belleza sino más bien del estatus de escucharla. La familia que lo ha acogido es poderosa y Chris no está dispuesto a dejarse vencer por una atracción sexual que lo ha cegado. La esposa y los hijos son meros vehículos para lograr su ascenso social, pero la ambición no dejará que su affaire lo deje fuera de la cancha a la que ha logrado ingresar. La justicia no existe; sólo el azar permite que unos asciendan y otros se estanquen. El thriller de Woody Allen tiene asesinos, como todo buen film de suspenso, que pueden ser culpables o inocentes según el cristal con que se miren. Dependerán de si creen en Dios, de si dejarán que las pasiones o el amor gobiernen su vida, o bien la especulación más descarnada. Los personajes son arquetípicos: la esposa, el marido y la amante, y la introducción de estos personajes es magistral, destacando la presentación de Scarlett Johansson (la novia del cuñado) al otro lado de una mesa de ping-pong, una chica aspirante a actriz, celosa y neurótica, que juega su partido, desde un comienzo, en una cancha de menor tamaño. Todo parece indicar que el grado de éxito en la vida dependerá del tamaño de tus ambiciones. Dios nada tiene que ver, sólo necesitas un poco de suerte. Todo este dilema moral bajo el influjo de una ópera trágica, con música bellísima que parece disfrazar las noblezas y bajezas humanas.
Anibal Ricci
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