Hace ya casi 45 años que mi mujer y yo vimos esta película de pura casualidad, sin saber de qué iba, simplemente porque llovía, no había entradas para la que habíamos ido a ver y entramos al cine por hacer algo. Y quedamos fascinados, divertidos y sobre todo sorprendidos, porque no hay que olvidar que hacía poco de la muerte del dictador y lo que se nos ofrecía era una corriente de aire fresco, transgresor, diferente que mostraba una España de la que nada sabíamos.

Que la película es mala, nadie lo duda; que Almodóvar no tenía idea de hacer cine, está claro, que los medios con que contaba eran ínfimos más allá de un grupo de amiguetes que le apoyaban. Pero he vuelto a verla hoy en febrero de 2024 y me he vuelto a divertir como entonces con esa transgresión absoluta de la España nacional católica que nos habían vendido hasta entonces.

Luego Pedro se convirtió en ídolo de masas, autor de algunas películas inolvidables con un éxito internacional que nadie puede discutir ni podía imaginar entonces. Pero la frescura que despliega Pepi, Luci, Bom casi se ha perdido con el éxito y el paso del tiempo y hace que siga siendo mi Almodóvar favorito junto con Qué he hecho ya para merecer ésto.

Y con algunas actrices formidables como Carmen Maura, Kiti Manver, Cecilia Roth o Julieta Serrano que tantos éxitos cosecharán después; echo en falta a la maravillosa Chus Lampreave. Alaska y Eva Siva no saben actuar y ese tal vez sea parte de su encanto.

En fin, tantos años después he vuelto a disfrutar de este bodrio entrañable, ya sin sorpresa. O quizás a añorar esos años llenos de promesas ahora que la ultraderecha avanza implacable como mensajera de un nuevo mundo en el que películas como ésta serán realmente imposible.