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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
1
Thriller. Acción Tras la muerte de su prometida en un ataque terrorista, Mitch Rapp es reclutado por los Black Ops y entrena bajo la dirección de Stan Hurley, un agente de la CIA. Rapp y Hurley tendrán que llevar a cabo una misión para detener una operación que podría desatar el caos a nivel internacional. (FILMAFFINITY)
15 de noviembre de 2017
7 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los más tristes atributos o condiciones o características de nuestro desgraciado sino (desde que nacemos dando tumbos por el mundo, deambulando como sonámbulos sin por qué ni cuándo) se muestra, como un asaltador montaraz agazapado en cualquier oscuro recoveco de la noche, en el momento de elegir (si damos por bueno ese espejismo, otro más); ahí se abre de piernas, nos incita a mala idea, el terrible instante en el que nos damos cuenta de todo lo que cada segundo perdemos sin remisión, las montañas de oportunidades y renuncias que nuestras decisiones acarrean como si fueran ristra de enfermedades venéreas tras cualquier peligrosa incursión amorosa, cada paso que damos significa millones de posibilidades despilfarradas, vidas abandonadas para siempre, mundos ya imposibles para ti, desiertos, traicionados, dejados de la mano de Dios, turba muda que te ruega implora por una esperanza de luz, zahúrda, zarabanda, Pavana para una infanta difunta.
Por ejemplo, yo mismo, esta fea noche de autos y de feroces augurios, cuando cogí el coche recién comprado al mejor precio del mercado teniendo en cuenta sus fascinantes prestaciones y todo lujo de comodidades y me dispuse, con mi santa esposa sin la que no soy ni media sombra ni tengo un cuarto de hostia, a arribar a las costas, cual pirata recién llegado del Caribe con las manos llenas tras infinitos saqueos, a las apetitosas salas, más bien las imagino bacantes o conchas rodeadas de anguilas, algas y corales, del cine, el que sea, eso no importa, el templo es para rezar, con el objetivo principal no ya de disfrutar de un merecido relajo y descanso tras un duro día de trabajo, sino que sobre todo con la generosa idea de apoyar a la industria cinematográfica mundial cuyos intereses comparto y con la que me siento felizmente identificado, más de/con la española por la causa patriótica, pero no descarto ninguna otra, ni mucho menos desprecio a la norteamericana que es tan maja y cada día que pasa joyas por doquier y en derredor nos regala como fina lluvia y dieta sana, aportar mi granito de arena, eso decía que quería, no pierdo el hilo, solo estaba intentando precisar que era justo eso lo que pretendía y más deseaba, bueno, pues entonces, en ese preciso trozo de espacio-tiempo, como ya antes había señalado y no es cuestión de repetirse ni insistir, algo sucedió, lo vi, así lo sentí, algo se apoderó de mí, digamos que una epifanía o una ascensión mística me retenía, el caso es que conseguí vislumbrar todos esos lugares en los que me gustaría haber estado y nunca pude pisar por nuestro funesto sustrato que nos obliga a permanecer en un sitio cada rato y nos niega la mucho mejor bondad de la rica ubicuidad.
Ahí quise morir por todo lo que me perdí. Ahora haré un repaso por si no lo tenéis claro y perdéis el paso de la dimensión del fracaso, de tanto terrible desgarro:
Me perdí, o me quitaron los cabrones, quienes fueran, algún día los iré a buscar y acabaré con ellos uno a uno tras mil inventos cruentos de ojos morados y catedrales llenas de cardenales, la cama caliente de mi amante yaciente que tanto me idolatra, bebe los vientos, pierde el sentío, y, lo que es mejor, todavía, a pesar de todo, de tanto, me quiere; me robaron los miserables (la absorta contemplación) del programa más entretenido de toda la programación de la muy española televisión, no sé si Gran Hermano, Operación Triunfo, El Chiringuito o el gran Estado de la Nación; me usurparon el atraco que tanto tiempo llevábamos planeando mis colegas de hurtos y yo mismo, los de la banda de la rata según el calendario chino, son buena gente a la que tuve el gusto de conocer en Carabanchel, que con tanto esmero y disciplina habíamos organizado, hablamos de un asalto nada menos que al tren del dinero o quizás al Banco Central; me jodieron los hijos de la gran puta, eso sí que jamás se lo perdonaré, la escucha atenta, deleitosa, tanto tiempo aplazada, por motivos de infraestructura, tal vez de índole logística, y por eso aún más deseada si cabe, de la Cantata Profana de mi admirado, hasta el delirio, Bela Bartok.
Me lo quitaron todo y por eso me quejo y quisiera destruir el universo entero con ellos precisamente dentro.
Pues eso mismo, todo lo dicho, nos vale, nos pasa a todos con los títulos de las críticas que llenan esta página de alquímica enseñanza. Cada vez que ponemos uno, dejamos de lado, echamos a la cuneta tantos otros igual de importantes o necesarios.
(Un título es la mitad de una crítica, en un título está el resumen, el estilo, la esencia de lo que venga, su mejor cara, por sintética, por distinta, por clara, da el tono, el aire, la vida).
Y no sabéis, o sí, perfectamente, el dolor tan grande que eso supone.
Ahí van los que abandoné por aquel que elegí: "Plutonio enriquecido... y/o sabrosón y a tomar por culo", "Perro loco... nunca es poco ni ladrador tampoco", "Fantasma... y que lo veas", "Si te vas a Oriente, lleva la crema hidratante para ponerte de cara al sol que más caliente, no vaya a ser que te quemes y desorientes", "Pedicura y Manicura son las dos una ricura", "Esto es una boooombaaaa... ". Queda reluciente la dificultad máxima de la elección. Es como tener un hijo recién nacido y saber que al mismo tiempo estás mandando a la muerte al resto de la progenie, peor, abortados, nonatos, atrapados esos fetos deshechos en las paredes de tu malsana conciencia, emparedados, incrustados los pobres engendros que aun no balbucean siquiera entre tus sesos y el cerebelo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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