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Voto de Ferdydurke:
4
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13,853
Comedia
Luci, un ama de casa abnegada, Pepi, su vecina "moderna", y Bom, una rockera diabólica forman un trío disparatado que vive al ritmo desacompasado de La Movida. La violación de Pepi modifica el destino de todos los personajes... (FILMAFFINITY)
3 de mayo de 2020
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para que te fíes de Almodóvar, al que yo tenía en un altar, estatua en su pedestal, al que yo creía un hombre perfecto, un ciudadano ejemplar, un héroe de los premios y las academias, la española, la americana, la francesa, de todas, un creador de bellas obras maestras, elegante, elevado, impecable, olímpico en su reino.
Y de repente, cuarenta años después, horrorizado, descubres que no y el mundo se te queda hecho pedazos, se te abre la tierra bajo los pies, nada será igual, qué escándalo, estafa y miseria, cuánta ignominia, que todo era mentira, que antes no era así, que antes era malo, inmoral, aberrante, indecente, fascista, troglodita, un demonio, Lautremont, un ser perverso, un facineroso, qué espanto, un verdadero monstruo.
Y ahora qué hacemos, con todo, con el éxito, la moral, las buenas costumbres, todos los ministerios, la igualdad, las mujeres, las leyes, los hombres, con el universo entero, lo que antes era malo ahora es bueno, o al revés tal vez.
La película es interesante desde muchos puntos de vista, más por lo que involuntariamente dice de nosotros y de todo que por la misma obra en sí y su valor puramente cinematográfico.
Nos viene a decir que todo es falso, coyuntural, tramposo, oportunista, leve, sin peso, voluble, caprichoso, que lo oficial y verdadero no es más que del momento su trapicheo, que lo que hora damos por bueno, supuesto, seguro, es solo mendaz recochineo, que la moral, el cuerpo legal, toda la mandanga institucional, todo lo que acepta y traga el dócil ciudadano como si fuera algo normal, lo natural, no es más que la suma de viciadas componendas, el acuerdo tácito entre los poderes de cada momento, algo voluble, maleable, cambiante según sople el viento o un día decidan los que ese día manden, que el puritanismo feroz que respiramos cada minuto no es más que hipocresía, salvaje fariseísmo, que los apóstoles de la moral, del bien, antes eran otra cosa, más bien lo contrario.
La película en sí no es gran cosa, más un pequeño ejercicio amateur, simpático, encantador, feo, discreto, algo gracioso, un poco desagradable, bastante aburrido a ratos, inane a puñados, querible a su cochambroso modo.
Producto de la época, coyuntural en sus maneras; John Waters, Divine, Warhol, el punk, el underground, New York, Londres, la movida madrileña, Sade, iconoclastia, transgresión, umor, hamor y sano gamberreo. A mí todo eso me parece bien, yo lo aplaudo, me gusta esa libertad, por cutre y obvia que sea, ese intento de reírse de todo es necesario, hasta de lo más serio o sagrado.
Pero también hay que decir que tras esa apariencia tosca, burda, obscena, hay mucha más complejidad que la que uno imagina a primera vista, hay vueltas y revueltas, giros y rotondas, laberintos y pasiones.
Vayamos al grano con un ejemplo concreto (aquí spoiler por falta de espacio):
Luci está casada con un policía. Se aburre, parece un muerto viviente, ella es una santa y él un malvado, un cabronazo. Hasta que ella conoce a las buenas samaritanas que son Pepi y Bom y estas la guían hacia la luz, hacia el descubrimiento de su verdadera personalidad y querencia, de su masoquismo, de su gusto irrefrenable por las palizas, de hecho, se aburría con su marido porque él no había cumplido con lo prometido, con darle palizas a ella, con ejercer la violencia que supuestamente era propiedad de su oficio, que se daba por descontada en su caso, como el valor al soldado, pues eso. Y es con las chicas buenas con las que explora esa faceta porque con el malo no había manera, no daba de sí el pobre, la respetaba demasiado. Y Luci se lía con Bom y esta la mea, la humilla, la convierte en su chacha, en su esclava, y Luci lo goza, pero pasa el tiempo, la triste rutina de la pareja, que se abandonan y ya no riegan la planta y claro, Luci se decepciona, se aburre a su vera, echa de menos un macho que de verdad la desgracie, se da cuenta de que Bom es una triste imitación de la verdadera maldad, que tiene que recuperar a su marido y a ver si lo lleva por la buena senda, por la necesaria violencia y verdad.
Es decir, el policía malo cuando actuaba como bueno con su esposa era rechazado, solo es amado cuando se comporta como malo. Y la esposa buena se desesperaba fingiendo santidad cuando en realidad deseaba, ansiaba, se moría por ser tratada como una perra. Y las bohemias que parecían las más transgresoras y amorosas, en realidad eran mucho más convencionales, egoístas, pacatas y aburridas, a lo sumo, unas inocentes, penosas corruptoras.
Tenemos unos papeles asignados, unos tópicos adheridos, unas reglas de comportamiento, unos roles o personajes a interpretar que no corresponden con la realidad, con lo que somos, con nuestro anhelo o verdadera necesidad. Por lo tanto, todo es una farsa, un juego tahúr donde nadie es lo que aparenta y la moral es solo una forma primitiva, brutal de control social, de placebo para toda esa gente que necesita juzgar.
Quiero decir con este galimatías que de este modo Almodóvar, a través del humor, de la broma gorda, muy gruesa, destripa, hace estallar por los aires todas las categorías morales tan convencionales que nos asolan, se caga en todos los tópicos, los prejuicios, los juicios simplistas, malintencionados, las izquierdas, las derechas (erecciones generales, esa es su política, a ver quién tiene la polla más grande y gorda como único criterio real de verdad), las amas de casa, la violencia policial, la inocencia salvaje, la bohemia, es en verdad casi más, en su revulsiva mirada, una sátira sobre los supuestamente suyos, los compañeros de viaje, los siempre buenos e ideales, ya que en ese momento Almodóvar despreciaba a los barbudos santones y cantautores de sermones a los que consideraba unos pelmas horrorosos de los que había que huir corriendo como el viento, y ya que los malos, los otros, los fachas o reaccionarios eran tan obvios y primarios que casi tenían su encanto de cavernícolas a los que no hacía falta ni atacar, bastante tenían con lo suyo, con su patetismo y retraso.
Y de repente, cuarenta años después, horrorizado, descubres que no y el mundo se te queda hecho pedazos, se te abre la tierra bajo los pies, nada será igual, qué escándalo, estafa y miseria, cuánta ignominia, que todo era mentira, que antes no era así, que antes era malo, inmoral, aberrante, indecente, fascista, troglodita, un demonio, Lautremont, un ser perverso, un facineroso, qué espanto, un verdadero monstruo.
Y ahora qué hacemos, con todo, con el éxito, la moral, las buenas costumbres, todos los ministerios, la igualdad, las mujeres, las leyes, los hombres, con el universo entero, lo que antes era malo ahora es bueno, o al revés tal vez.
La película es interesante desde muchos puntos de vista, más por lo que involuntariamente dice de nosotros y de todo que por la misma obra en sí y su valor puramente cinematográfico.
Nos viene a decir que todo es falso, coyuntural, tramposo, oportunista, leve, sin peso, voluble, caprichoso, que lo oficial y verdadero no es más que del momento su trapicheo, que lo que hora damos por bueno, supuesto, seguro, es solo mendaz recochineo, que la moral, el cuerpo legal, toda la mandanga institucional, todo lo que acepta y traga el dócil ciudadano como si fuera algo normal, lo natural, no es más que la suma de viciadas componendas, el acuerdo tácito entre los poderes de cada momento, algo voluble, maleable, cambiante según sople el viento o un día decidan los que ese día manden, que el puritanismo feroz que respiramos cada minuto no es más que hipocresía, salvaje fariseísmo, que los apóstoles de la moral, del bien, antes eran otra cosa, más bien lo contrario.
La película en sí no es gran cosa, más un pequeño ejercicio amateur, simpático, encantador, feo, discreto, algo gracioso, un poco desagradable, bastante aburrido a ratos, inane a puñados, querible a su cochambroso modo.
Producto de la época, coyuntural en sus maneras; John Waters, Divine, Warhol, el punk, el underground, New York, Londres, la movida madrileña, Sade, iconoclastia, transgresión, umor, hamor y sano gamberreo. A mí todo eso me parece bien, yo lo aplaudo, me gusta esa libertad, por cutre y obvia que sea, ese intento de reírse de todo es necesario, hasta de lo más serio o sagrado.
Pero también hay que decir que tras esa apariencia tosca, burda, obscena, hay mucha más complejidad que la que uno imagina a primera vista, hay vueltas y revueltas, giros y rotondas, laberintos y pasiones.
Vayamos al grano con un ejemplo concreto (aquí spoiler por falta de espacio):
Luci está casada con un policía. Se aburre, parece un muerto viviente, ella es una santa y él un malvado, un cabronazo. Hasta que ella conoce a las buenas samaritanas que son Pepi y Bom y estas la guían hacia la luz, hacia el descubrimiento de su verdadera personalidad y querencia, de su masoquismo, de su gusto irrefrenable por las palizas, de hecho, se aburría con su marido porque él no había cumplido con lo prometido, con darle palizas a ella, con ejercer la violencia que supuestamente era propiedad de su oficio, que se daba por descontada en su caso, como el valor al soldado, pues eso. Y es con las chicas buenas con las que explora esa faceta porque con el malo no había manera, no daba de sí el pobre, la respetaba demasiado. Y Luci se lía con Bom y esta la mea, la humilla, la convierte en su chacha, en su esclava, y Luci lo goza, pero pasa el tiempo, la triste rutina de la pareja, que se abandonan y ya no riegan la planta y claro, Luci se decepciona, se aburre a su vera, echa de menos un macho que de verdad la desgracie, se da cuenta de que Bom es una triste imitación de la verdadera maldad, que tiene que recuperar a su marido y a ver si lo lleva por la buena senda, por la necesaria violencia y verdad.
Es decir, el policía malo cuando actuaba como bueno con su esposa era rechazado, solo es amado cuando se comporta como malo. Y la esposa buena se desesperaba fingiendo santidad cuando en realidad deseaba, ansiaba, se moría por ser tratada como una perra. Y las bohemias que parecían las más transgresoras y amorosas, en realidad eran mucho más convencionales, egoístas, pacatas y aburridas, a lo sumo, unas inocentes, penosas corruptoras.
Tenemos unos papeles asignados, unos tópicos adheridos, unas reglas de comportamiento, unos roles o personajes a interpretar que no corresponden con la realidad, con lo que somos, con nuestro anhelo o verdadera necesidad. Por lo tanto, todo es una farsa, un juego tahúr donde nadie es lo que aparenta y la moral es solo una forma primitiva, brutal de control social, de placebo para toda esa gente que necesita juzgar.
Quiero decir con este galimatías que de este modo Almodóvar, a través del humor, de la broma gorda, muy gruesa, destripa, hace estallar por los aires todas las categorías morales tan convencionales que nos asolan, se caga en todos los tópicos, los prejuicios, los juicios simplistas, malintencionados, las izquierdas, las derechas (erecciones generales, esa es su política, a ver quién tiene la polla más grande y gorda como único criterio real de verdad), las amas de casa, la violencia policial, la inocencia salvaje, la bohemia, es en verdad casi más, en su revulsiva mirada, una sátira sobre los supuestamente suyos, los compañeros de viaje, los siempre buenos e ideales, ya que en ese momento Almodóvar despreciaba a los barbudos santones y cantautores de sermones a los que consideraba unos pelmas horrorosos de los que había que huir corriendo como el viento, y ya que los malos, los otros, los fachas o reaccionarios eran tan obvios y primarios que casi tenían su encanto de cavernícolas a los que no hacía falta ni atacar, bastante tenían con lo suyo, con su patetismo y retraso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Y así todo, y eso demuestra un gran talento retorcido, una enorme inteligencia, una potencia auténtica, natural, intelectual y creativa, una mente con gran capacidad adaptativa, abierta, moldeable, muy superficial, pero muy brillante, observadora y a su modo frívolo analítica, capaz de decir una cosa y su contraria sin despeinarse, o las dos a la vez simultáneamente. Lo que lógicamente aprovechó para pasar de un esteta de lo espontáneo y feo y arrabalero a convertirse en el rey de lo maqueado y lo estrepitosamente bonito, de lo muy perfecto y así también vacío, los planos ideales de la muerte, todo el maquillaje, la peluquería y los colores saturadamente llamativos. Del cero al infinito. Y pasó del puro y libre juego del humor a la seriedad hinchada y anabolizada del tremendo melodramón, de la ligereza graciosa a la pesadez más aparatosa. ¿Vendió su alma o evolucionó; la ambición le pudo y pasó de pobre pero verdadero a exitoso sin escrúpulo, de lo marginal a lo oficial o fue un proceso sano, bello, de esforzado crecimiento personal?
Y claro, qué hacemos después de haber visto este precioso engendro, después de tanto, de todo esto, con la mirada sobre la violencia de género que hay en esta película al respecto; ¿dónde la metemos, la censuramos, la denunciamos, mejor como a veces nos callamos o debajo de la alfombra lo escondemos, quizás al ministerio de igualdad habría que preguntar? Con la seria y pistonuda duda os dejo, ya si eso veremos.
Y no nos olvidemos de que esta historia de derribo, con Luci y Rotaeta, al fin y al cabo es un homenaje sincero, evidente y por eso inadvertido, cachondo, esquinado, muy barriobajero, de esa obra maestra hermosa de John Ford que es obviamente "El hombre tranquilo".
Si no la doy más nota a pesar de tener mucho bueno es por la pobreza de medios, de todo entero, guion, ambientación, fotografía, sonido, doblaje, ya que con la inteligencia y el talento solo no vale, si no lo acompañas con el resto, el disfrute solo es un poco, en este caso se queda manco y tuerto.
Ellas, casi todo mujeres (que hacen de su capa un sayo, esa es otra, para que de ellas ahora aprendan) son magníficas, Alaska, Mánver, Silva, Roth, Maura (fabulosa actriz), la mujer retrasada (¡cómo pinta a las amas de casa!), Julieta Serrano como Vivien Leigh en Tara y hasta la meada, Pedro y el gran Mc Namara.
¿Y qué hacemos con tanta asquerosidad y guarrada, ducha dorada, mamadas, conejos en su salsa, pollazos, fetiches de todo tipo y tanta barrabasada, qué hacemos, curas, monjas de hoy en día que tanto nos asolan, dónde lo metemos, todo ello?
Final feliz: surge el amor naíf, puro y virginal entre Maura y Alaska. ¡Viva!, sin despreciar a los Pegamoides, válgame Dios, sobre todo a Dinarama.
Con Franco el mundo estaba lleno de puritanos, durante la transición (qué momento para el cine de creación y liberación, menuda explosión) se escondieron y ahora otra vez salieron, el eterno retorno de lo mismo, paciencia y buenos alimentos.
Y claro, qué hacemos después de haber visto este precioso engendro, después de tanto, de todo esto, con la mirada sobre la violencia de género que hay en esta película al respecto; ¿dónde la metemos, la censuramos, la denunciamos, mejor como a veces nos callamos o debajo de la alfombra lo escondemos, quizás al ministerio de igualdad habría que preguntar? Con la seria y pistonuda duda os dejo, ya si eso veremos.
Y no nos olvidemos de que esta historia de derribo, con Luci y Rotaeta, al fin y al cabo es un homenaje sincero, evidente y por eso inadvertido, cachondo, esquinado, muy barriobajero, de esa obra maestra hermosa de John Ford que es obviamente "El hombre tranquilo".
Si no la doy más nota a pesar de tener mucho bueno es por la pobreza de medios, de todo entero, guion, ambientación, fotografía, sonido, doblaje, ya que con la inteligencia y el talento solo no vale, si no lo acompañas con el resto, el disfrute solo es un poco, en este caso se queda manco y tuerto.
Ellas, casi todo mujeres (que hacen de su capa un sayo, esa es otra, para que de ellas ahora aprendan) son magníficas, Alaska, Mánver, Silva, Roth, Maura (fabulosa actriz), la mujer retrasada (¡cómo pinta a las amas de casa!), Julieta Serrano como Vivien Leigh en Tara y hasta la meada, Pedro y el gran Mc Namara.
¿Y qué hacemos con tanta asquerosidad y guarrada, ducha dorada, mamadas, conejos en su salsa, pollazos, fetiches de todo tipo y tanta barrabasada, qué hacemos, curas, monjas de hoy en día que tanto nos asolan, dónde lo metemos, todo ello?
Final feliz: surge el amor naíf, puro y virginal entre Maura y Alaska. ¡Viva!, sin despreciar a los Pegamoides, válgame Dios, sobre todo a Dinarama.
Con Franco el mundo estaba lleno de puritanos, durante la transición (qué momento para el cine de creación y liberación, menuda explosión) se escondieron y ahora otra vez salieron, el eterno retorno de lo mismo, paciencia y buenos alimentos.