Media votos
4.2
Votos
2,774
Críticas
2,774
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Ferdydurke:
7
5.5
6,241
Drama. Thriller
Cuando Michael Finkel (Jonah Hill), un desacreditado reportero del New York Times, conoce a Christian Longo (James Franco), un asesino buscado por el FBI, éste se apodera de su identidad. Su investigación se convierte entonces en una especie de juego del gato y el ratón. Basada en hechos reales, narra la incesante búsqueda de la verdadera historia de Longo por parte de Finkel. (FILMAFFINITY)
31 de julio de 2015
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me esperaba algo peor. Y no. Está bastante bien.
Entretenidísima y bien hecha. Una modestia eficaz para ir al grano de varios asuntos interesantes tratados con cierta superficialidad, pero lo suficientemente bien como para resultar atractivos.
Entretenidísima y bien hecha. Una modestia eficaz para ir al grano de varios asuntos interesantes tratados con cierta superficialidad, pero lo suficientemente bien como para resultar atractivos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
En un principio, el tema principal quizás sea el encuentro de dos almas gemelas, el periodista (Finkel) y el asesino (Longo), de dos seres que se parecen más de lo que uno podría imaginarse a primera vista. A partir de ahí, es inevitable jugar con la ambigüedad del comportamiento humano y con la posible fragilidad de las líneas que separan el bien del mal. Los dos crean verdades alteradas cogiendo pedazos de la realidad y retocándolos para causar un mayor efecto melodramático recurriendo a trucos y guiños (sobraba que Finkel lo hiciera tan explícitamente, bastaba con la idea). Los dos son creadores de ficción. La realidad y la verdad como pura narración, como construcción siempre en movimiento, abierta, moldeable. Lo cual no elimina los hechos, o sí, a veces los aplasta, se impone, los sustituye.
En este caso, ambos mienten (según la versión de la peli; según apunta todo y dicta el sentido común tras lo visto). Uno, con la historia de los africanos para crear sensacionalismo y así tratar de auparse en el difícil mundo del periodismo efectista-farisaico-informativo (hoy día prácticamente el único existente). El otro, con la narración de los asesinatos para intentar salvarse.
Otro tema relacionado con lo anterior es el de la denuncia de los medios, de su mendacidad y falta de escrúpulos; en dos casos: el del protagonista que una vez pillado y echado todavía quiere sobrevivir en su profesión utilizando una historia tan monstruosa como la de Longo, y el del New York Times que echó a Finkel por mala praxis desde un punto de vista ético y al final nos dicen que se dedicó a publicar artículos del asesino confeso; es obvio deducir una inmensa hipocresía y desvergüenza.
En fin, un ejercicio pulcro, esmerado y efectivo que solo peca al final con varias escenas innecesarias en las que parece que quieren aliviar un tanto la intrincada complejidad sugerida, la posible confusión de lo bueno con lo malo, como si desmintiesen un poco el cierto relativismo moral anterior; de hecho, hay varios momentos en los que nos quieren subrayar a Longo como un vil manipulador y un asesino infame; o más concretamente se puede apreciar todo esto en la conversación-acusación de la mujer de Finkel (aunque está bien la historia que cuenta) y, sobre todo, en la alusión que hace Longo a lo de la doble negación, en el guiño y la posterior rabieta de Finkel al descubrirse engañado; como si lo que antes era un intento honesto de mostrar a dos personajes que se miran al espejo del otro y se ven reflejados, iguales en intenciones aunque muy diferentes en la gravedad de sus acciones, a última hora se quisiesen desmarcar de ese posible engorro y prefiriesen plantear en cambio mejor a una víctima inocente (Finkel) y a un victimario grotesco (Longo); afortunadamente, en la última escena vuelven a matizar esta deriva maniquea y apuntan otra vez a la responsabilidad corrupta de los medios y, en particular, a la de Finkel que acaba publicando el libro, utilizando el morbo a través de un familia destrozada que nada quería saber de los medios; con este final y con la información que nos dan a última hora, parece claro que esta película cuestiona seriamente, incluso llega al extremo de jugar con la equivalencia asesino-periodista, el estado de las cosas; un retrato más virulento que otras muestras más aparatosas y vacías, incluso más sutil, a pesar de su apariencia blanda y funcional (o justo por eso), de cómo funciona el espectáculo de la realidad representado en los medios.
Es una película peor que "Nightcrawler", pero no anda tan lejos en su ("mala") intención, más inadvertida y disimulada, más pequeña y en voz baja, pero igual dictamen en el fondo.
En este caso, ambos mienten (según la versión de la peli; según apunta todo y dicta el sentido común tras lo visto). Uno, con la historia de los africanos para crear sensacionalismo y así tratar de auparse en el difícil mundo del periodismo efectista-farisaico-informativo (hoy día prácticamente el único existente). El otro, con la narración de los asesinatos para intentar salvarse.
Otro tema relacionado con lo anterior es el de la denuncia de los medios, de su mendacidad y falta de escrúpulos; en dos casos: el del protagonista que una vez pillado y echado todavía quiere sobrevivir en su profesión utilizando una historia tan monstruosa como la de Longo, y el del New York Times que echó a Finkel por mala praxis desde un punto de vista ético y al final nos dicen que se dedicó a publicar artículos del asesino confeso; es obvio deducir una inmensa hipocresía y desvergüenza.
En fin, un ejercicio pulcro, esmerado y efectivo que solo peca al final con varias escenas innecesarias en las que parece que quieren aliviar un tanto la intrincada complejidad sugerida, la posible confusión de lo bueno con lo malo, como si desmintiesen un poco el cierto relativismo moral anterior; de hecho, hay varios momentos en los que nos quieren subrayar a Longo como un vil manipulador y un asesino infame; o más concretamente se puede apreciar todo esto en la conversación-acusación de la mujer de Finkel (aunque está bien la historia que cuenta) y, sobre todo, en la alusión que hace Longo a lo de la doble negación, en el guiño y la posterior rabieta de Finkel al descubrirse engañado; como si lo que antes era un intento honesto de mostrar a dos personajes que se miran al espejo del otro y se ven reflejados, iguales en intenciones aunque muy diferentes en la gravedad de sus acciones, a última hora se quisiesen desmarcar de ese posible engorro y prefiriesen plantear en cambio mejor a una víctima inocente (Finkel) y a un victimario grotesco (Longo); afortunadamente, en la última escena vuelven a matizar esta deriva maniquea y apuntan otra vez a la responsabilidad corrupta de los medios y, en particular, a la de Finkel que acaba publicando el libro, utilizando el morbo a través de un familia destrozada que nada quería saber de los medios; con este final y con la información que nos dan a última hora, parece claro que esta película cuestiona seriamente, incluso llega al extremo de jugar con la equivalencia asesino-periodista, el estado de las cosas; un retrato más virulento que otras muestras más aparatosas y vacías, incluso más sutil, a pesar de su apariencia blanda y funcional (o justo por eso), de cómo funciona el espectáculo de la realidad representado en los medios.
Es una película peor que "Nightcrawler", pero no anda tan lejos en su ("mala") intención, más inadvertida y disimulada, más pequeña y en voz baja, pero igual dictamen en el fondo.