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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
6
Western El sheriff Jack Wade (Robert Taylor) salva de la horca a Clint Hollister (Richard Widmarck), un viejo compañero de fechorías. A pesar de ello, su antigua banda, con Clint a la cabeza, no le perdona que huyera con el botín del último golpe y decide enfrentarse a él para recuperarlo. (FILMAFFINITY)
9 de abril de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La que se forma por un jodido ataque de cuernos en mala hora, el caso es que Richard Widmark, enamorado de Robert Taylor (lógico, menudo hombre/hombro donde acurrucarse, por otra parte) hasta las trancas y el corvejón, remueve Roma con Santiago para matarlo, no hay otra, el sino, cuando descubre, Dios, ¿por qué?, que ahora está con otra, que lo abandonó para irse con una andoba, doble afrenta, sexual y de género, cultural y biológica, normal que se enfade, que se suba por las paredes, eso no se hace, pupa, caca, miseria, y menos a un hermano, a un pana, a un camarada, a un colega, a un carnal, a un amigo, a un amante, a la carne de tu carne, mi amor, mi sangre.
O, también, por qué no, según se vea, perspectiva del Oeste, es decir, (estudio/ejercicio) de género, western metafísico existencial en el que se narra, con todo lujo de detalle, el pavoroso encuentro/descubrimiento de un hombre, Richard Widmark, repetimos, otra vez, al torno Perico dale, con su doble (Robert Taylor igualmente, erre que erre, de ahí ni se entra ni se sale), es él y no es él, ser y no ser, Jekyll y Hyde, Humbert Humbert y Clare Quilty, las dos caras de la misma moneda, espejito espejito, el mal y el bien y su ambigua frontera o línea divisoria o zona de sombra, corazón de las tinieblas, siameses, pegados al nacer dos cuerpos y un mismo corazón delator, de tal palo tal astilla de igual rama o esqueje, de tal manera que no soporta lo que ese reflejo le devuelve, su radical escisión, y ya no puede más, está harto de rodar como una noria, no puede parar hasta borrarlo de la faz de la tierra, al otro, ese espejismo, ese (auto)retrato fidedigno, sin retoques, al toque, esa foto o selfie, a sí mismo al fin y al cabo, es lo que tiene.
O, quizás, puestos a imaginar o disparatar todavía un poco más, por la ventana la casa tirar, sea una convencional película increíblemente previsible que gana, el universo entero, en los pequeños detalles, labor de miniatura exquisita, orfebrería, en sus diálogos acerados e inteligentes, en el planteamiento de cuestiones o dilemas morales de alto copete, de mucho aúpa y tremendo empaque o carajo como si nada, en los atractivos y curtidos actores y en la esencial austeridad espartana del conjunto o trabajo, total, y hasta en el zarrapastroso moralmente final chungo sórdido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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