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Voto de Ferdydurke:
2
6.6
86,893
Terror
Cada noche, Ángela (Manuela Velasco), una joven reportera de una televisión local, sigue con su cámara a un grupo profesional distinto. Esta noche le toca entrevistar a los bomberos y tiene la secreta esperanza de poder asistir en directo a un impactante incendio. Pero la noche transcurre tranquilamente. Y cuando, por fin, reciben la llamada de una anciana que se ha quedado encerrada en su casa, no le queda otro remedio que seguirlos ... [+]
28 de diciembre de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La comunidad". "La cosa". "Monstruoso" (son casi de la misma fecha). "Tarde de perros" (no tiene mucho que ver, pero... ).
Humor, cámara psiquiátrica, costumbrismo, horror, gore, género, breve.
El cachondeo reinante y presente no es suficiente. No vale la retranca. El engendro no se sostiene. El desastre es inenarrable. La apuesta dura un rato. Quizás media hora. Tal vez la mitad de la historia. Ese primer tramo la cosa era tonta, sin dudarlo, pero tenía un pase, un decoro, cierta brillantez, frescura y vitalidad. Lo mismo parecía novedad.
Esa es la presentación de los hechos, las características de la película, sus armas o cartas boca arriba.
La clave, el problema, lo difícil, esa es la diferencia entre una película y una mala copia, es qué hacer con ello, con eso, con la idea tan buena que se te ocurrió aquel día en la oficina, de charla con tu amigo, en el café, tomando una birra, corriendo o en cualquier esquina. A dónde vas, o no, más complicado, por dónde y cómo vas. Ahí hay que afinar, ajustar los detalles, cuidar a los personajes (los que sean, vampiros, zombis, cerdos, humanos, es indiferente), salvar la razón, la imaginación, el terror, trabajar el guion, los diálogos, las reacciones, las situaciones. Todo ese mejunje que parece obvio y sencillo, pero que es tan invisible y difícil. La raíz del éxito. Donde se demuestra si el cuento es solo barullo, ruido, o si hay algo más detrás, un (o más) artesano, un cerebro pensante, un trabajador honrado, esmerado y eficiente.
Y no. No es el caso. Clara, y tristemente, no. Se pierde pie. Se abandonan a la molicie, al grito, a la estupidez, al absurdo, al disparate, a la chapuza, al estropicio. Pierden el respeto a su propio relato y, por añadidura, a su público, como si les diera igual o pensaran que no nos importa, que no distinguimos, que tragamos cualquier cosa, que ponemos de nuestra parte, que va bien, que el mundo es color de rosa y el cine engulle todo, como una serpiente, como una asiática boa.
Humor, cámara psiquiátrica, costumbrismo, horror, gore, género, breve.
El cachondeo reinante y presente no es suficiente. No vale la retranca. El engendro no se sostiene. El desastre es inenarrable. La apuesta dura un rato. Quizás media hora. Tal vez la mitad de la historia. Ese primer tramo la cosa era tonta, sin dudarlo, pero tenía un pase, un decoro, cierta brillantez, frescura y vitalidad. Lo mismo parecía novedad.
Esa es la presentación de los hechos, las características de la película, sus armas o cartas boca arriba.
La clave, el problema, lo difícil, esa es la diferencia entre una película y una mala copia, es qué hacer con ello, con eso, con la idea tan buena que se te ocurrió aquel día en la oficina, de charla con tu amigo, en el café, tomando una birra, corriendo o en cualquier esquina. A dónde vas, o no, más complicado, por dónde y cómo vas. Ahí hay que afinar, ajustar los detalles, cuidar a los personajes (los que sean, vampiros, zombis, cerdos, humanos, es indiferente), salvar la razón, la imaginación, el terror, trabajar el guion, los diálogos, las reacciones, las situaciones. Todo ese mejunje que parece obvio y sencillo, pero que es tan invisible y difícil. La raíz del éxito. Donde se demuestra si el cuento es solo barullo, ruido, o si hay algo más detrás, un (o más) artesano, un cerebro pensante, un trabajador honrado, esmerado y eficiente.
Y no. No es el caso. Clara, y tristemente, no. Se pierde pie. Se abandonan a la molicie, al grito, a la estupidez, al absurdo, al disparate, a la chapuza, al estropicio. Pierden el respeto a su propio relato y, por añadidura, a su público, como si les diera igual o pensaran que no nos importa, que no distinguimos, que tragamos cualquier cosa, que ponemos de nuestra parte, que va bien, que el mundo es color de rosa y el cine engulle todo, como una serpiente, como una asiática boa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El punto de no retorno. Cruzaron el Rubicón... (por señalar un momento, pero pudieron ser muchos otros, que cada uno elija el suyo)... cuando, una vez conocido el origen del mal en forma de niña rabiosa, se acercaron, con toda la lógica del mundo, a la infanta satánica de ojos locos para que así les mordiera mejor.
O si me fijo en el que llega de fuera con la escafandra y examino sus movimientos y comentarios. O en la conducta absurda del resto de personajes.
O, en fin, la misma historia, su punto de vista, esa periodista y su cámara que resisten hasta que llega la María de Medeiros y se acaba la vaina. El tópico de la intrépida reportera que se mete en la boca del lobo a costa de lo que sea y acaba devorada por la bestia o el monstruo.
Me hace cierta gracia, lo reconozco, pero es todo tan bobo, está tan mal resuelta, es tan tramposa, vacua y nerviosa que ni como ejercicio de estilo que trata de medio renovar un género saqueado la puedo salvar (a Manuela Velasco sí, es mona, repelente y salerosa, lo que toca) de la quema.
Mala, muy mala, sin fondo.
O si me fijo en el que llega de fuera con la escafandra y examino sus movimientos y comentarios. O en la conducta absurda del resto de personajes.
O, en fin, la misma historia, su punto de vista, esa periodista y su cámara que resisten hasta que llega la María de Medeiros y se acaba la vaina. El tópico de la intrépida reportera que se mete en la boca del lobo a costa de lo que sea y acaba devorada por la bestia o el monstruo.
Me hace cierta gracia, lo reconozco, pero es todo tan bobo, está tan mal resuelta, es tan tramposa, vacua y nerviosa que ni como ejercicio de estilo que trata de medio renovar un género saqueado la puedo salvar (a Manuela Velasco sí, es mona, repelente y salerosa, lo que toca) de la quema.
Mala, muy mala, sin fondo.