Remake oscuro, pesado y violento. En verdad, es un western metafísico, sobrecargado, sobre el "reconocimiento" de un bandido luciferino a un hombre honrado; del triunfador, en la cadena alimenticia del salvaje Oeste, al fracasado. Sería la lucha de Bale por recuperar el prestigio ante su hijo adolescente. El tema es clásico; se puede rastrear en el pasado, por ejemplo, en "Raíces profundas"; por no hablar de otros subtemas socorridos: los ganaderos, los del ferrocarril, los hombres de Pinkerton, los apaches y demás viandas.
Pero se pasan de épica, de tanta grandilocuencia y enormidad se acaban dando de bruces con el absurdo, se pierde credibilidad y sentido. Cuesta creerse casi todo, desde el principio pasando el rato con la camarera hasta el final matando el tiempo con Bale, es un sindiós (y no quiero acordarme ahora de la resurrección de Fonda ni de los dimes y diretes de Crowe en la noche más oscura). Se quieren elevar tan alto en las cimas espirituales más escarpadas, descender tan bajo en los ominosos pasados familiares, preguntarse por el valor, la paternidad, la hombría... y un montón de asuntos de agárrate que viene curva, atravesados todos por la eterna lucha del bien y el mal y sus confusas y ambiguas promiscuidades, que pierden pie, y tiempo, y acaban en disparate.
En fin, una película con buenas hechuras y grandes ambiciones, con poder y oficio, las mejores intenciones, malbaratada por un tono impostado, un tanto tremendista y exaltado, por una pretensión que le viene muy grande y que la aplasta y de paso nos aburre. Material convencional hinchado sin motivo.
Bien Bale, sobrio, bien Crowe, quizás excesivo en la pose de supermachoalfa que arrastra un dolor y una bondad que no le caben en el pecho.