Una historia más emotiva que buena, pero entretenida, que se deja ver y que, como otras, narra la superación y el sueño americano, versión boxeo en la gran depresión.
Howard es experto en narrar con elegancia historias que él hace comunes. No hay épica, no lo pretende tampoco. Desarrolla un guión de forma eficaz, muestra lo que quiere mostrar, pero le da un aire de normalidad. Incluso Apolo 13, que era propenso a la épica lo rodó como un capítulo de una serie de trescientos episodios.
No es un director que me llame la atención, pero sus películas se pueden ver. Esta es quizá una de las últimas de sus mejores cintas. Rush, la última suya que tengo no es tan buena, ni por asomo, aunque sin duda la mejor de todas el Cocoon, y, en algunos momentos, Una menta maravillosa.