Lo curioso de esta entrega comienza y termina cuando te das cuenta de que, a diferencia de su antecesora, no es un mockumentary. Eso no la hace mejor ni peor, pero la historia sí. Es irrisoria, absurda, una mierda sin ningún tipo de sentido, aburrida, vergonzosa e intrascendente.

La anterior al menos trataba ciertos temas de forma un poco interesante, desde el efectismo de la religión a la paletada crédula de la América profunda. Tenía un punto irónico que la hacía entretenida, y un buen manejo de la narración, sacando partido de esa cámara en mano que normalmente entorpece, y terminando con escenas que inquietaban como poco. Aceptable.

Pero esta entrega retoma la historia donde termina la primera sin ningún tipo de coherencia. El personaje de Ashley Bell pasa a ser protagonista, transformada en una chica tan inocente que cae en un patetismo ridículo. Convenientemente amnésica (y única superviviente), va a parar a una casa de ayuda para reintegrarse en la sociedad, donde hay otro puñado de chicas problemáticas. Entre amoríos terrenales y demoníacos, sueños húmedos y sustos fáciles se mueve toda la trama hasta un final estúpido y predecible, muy acorde al resto de metraje. Esto nada tiene que ver con la primera entrega.

Una pérdida de tiempo bestial. Innecesaria, incongruente, y mala con ganas, hasta el punto de convertirse en una comedia involuntaria.