Lo único curioso de la película es que supone el debut de Clint Eastwood como actor, en un fugaz papel como un bobo técnico de laboratorio que puede pasar desapercibido. Todos tenemos un inicio.

Por lo demás, poco que rescatar del agua. Más que terror esta entrega se inclina hacia un drama fantástico, pero sin un desarrollo satisfactorio. La música no pega ni con cola y se usa tanto que termina por molestar. Al pobre hombre-anfibio le hacen de todo: lo secuestran, encadenan, torturan, lo tratan como un esclavo que no merece nada y aún encima nos lo venden como el malo, mientras los tópicos protagonistas, que no tienen ni un ápice de compasión, dicen ser los buenos, porque son científicos y su trabajo es diseccionar y humillar a otras especies por el bien de la ciencia.

Interpretaciones basura. La historia de amor arquetípica no se la cree nadie, puro relleno inútil. La primera mitad con la criatura de atracción de feria es demasiado larga, mientras la trama se convierte en absurda e incoherente una vez se escapa, con el ser secuestrando a la chica porque lo obliga un guion patético y dando vueltas con ella sin rumbo, sin un plan en la vida. La chica, por su parte, sufre un ataque de “desmayo repentino” cada vez que entra en contacto con el hombre-pez.

Demasiado ridícula, el tiempo le ha sentado fatal y a duras penas tiene un pase como serie b con monstruo de los 50. Las escenas marinas están rodadas de forma decente y el aspecto de la criatura mola, es lo poco que la salva de ser una debacle total.