Apenas te has acomodado en la butaca y la película te inyecta una dosis de adrenalina a base de acción frenética, muchas explosiones y un ritmo endiablado. Sin más rodeos te ponen en situación: unos soldados tienen que infiltrarse en un pueblo ocupado por los nazis y volar la torre de control, y antes de que te des cuenta, la acción con aire a videojuego ha dejado paso a una mezcla de misterio, terror y suspense, pero sin abandonar los disparos, las peleas y las persecuciones. No se puede negar, entretener entretiene.


Los diferentes géneros están bien combinados. El ritmo no decae en todo el metraje. Oscuridad con tonos rojizos en la noche abierta, un pequeño pueblo perdido y celdas o laboratorios nazis como interiores proporcionan una espeluznante ambientación. Comentar también que las interpretaciones principales están mejor de lo esperado en una película así.


¿La historia? Nada del otro mundo. Hay que agradecer que sea simple, entretenida y le salga bien la mezcla de cine bélico y terror fantástico. Si intentamos mirar un poco más hondo, encontraremos un molesto patriotismo, personajes planos, y al honorable héroe carente de credibilidad. Con un antihéroe de protagonista y menos corrección política la película mejoraría y podría llegar a ser recordada, pero para tener eso tendríamos que retroceder 30 años en el tiempo.