Telefilme para lucimiento de su protagonista, que dicho sea de paso, se luce bien poco.

Jennifer tiene más manos de pintura que una puerta. En algunas escenas el color de la cara es diferente del color del cuerpo, lo cual resulta repugnante porque parece que tuviera la cabeza de otra persona. Durante el rodaje de esta película tenía 31 años. Impresiona porque aparenta casi una década más.

Otra cosa que pensaba durante el visionado era "¿de verdad han hecho una serie de televisión de esto? Pero si ya la peli de por sí es lenta y aburrida". Digamos que es una peli de sobremesa, así que no esperéis ver nada sexual en el negocio de masajes. Ni un pecho, ni un trasero, NADA.

Y el premio gordo se lo llevan las fracesitas de niña boba con menos cerebro que una ameba que meten los guionistas, como por ejemplo "una chica guapa no debería ser pobre", o "este trabajo es mucho mejor que ser camarera". Pero que chupiguays somos las chicas "cosmo".

Y una rareza: sale una negra con ojos verdes (¿lentillas?) haciendo de abogada. No lo había visto nunca, y resulta extraño y chocante.

En conclusión, una película que trata con ligereza y banalidad el sórdido tema de la prostitución, y que no merece el menor interés.