Me imagino a Lars Von Triers jugando al mus con sus colegas, o a lo que jueguen en Dinamarca, dando sorbos a su copa mientras tenía esta conversación:

- Voy a hacer un musical.
- ¿Un musical, tú? No jodas ¿Qué va a decir la crítica? ¿Qué van a pensar tus seguidores gafapasta?
- Ah, pero es que no va a ser un musical convencional. La protagonista y única que canta será Björk
- Lars, eres un puto genio. Además rima con jamón de York. Éxito asegurado. No se me ocurre una cantante más bizarra.
- Bueno, tal vez Sidney O'Connor, pero desde que se afeitó el chochete ya no es lo mismo.
- Lars, que lo que se afeitó fue la cabeza, antes de romper una foto del papa.
- Eso fue lo que visteis todos (guiño) (guiño)
- Lars, siempre serás un tunante...

Para mí esta película ha sido así, como el jamón de York, bueno para la clase media, pero poca cosa para el que ha probado el jamón de pata negra.
Björk nunca ha sido santo de mi devoción, ni como cantante ni como mujer. Por mí, esta esquimal se podía haber quedado en su iglú, pescando en su agujero, o lo que sea que hagan los esquimales.

Es cierta la extraña mezcolanza de estilos. Ni es un documental, ni es un telefilm, ni es una peli de cine. Es a la vez tragedia, drama, musical y reality.

La película es demasiado ñoña y sensiblera, y tiene un desarrollo final ilógico. La trama es tan infantil que ni creo que mi sobrina de 6 años la creyese. Los temas musicales son un suplicio difícilmente soportable. El onmnipresente careto de Björk tampoco ayuda a hacerla digerible ¿Tiene algo bueno esta película?, os preguntaréis. Sí, lo cuento en el spoiler.