Estuve a punto de dejar pasar esta secuela debido a las malas críticas de los críticos profesionales. Hubiese sido un error, porque me he reído de lo lindo. Ciertamente desconcierta ver a Jim Carrey con pelado de tazón a los cincuentitantos años, y sus muecas dejaron de hacer gracia hace mucho tiempo, pero eso no quita que las chaladuras del guión y los diálogos ingeniosos sean para troncharse.

La elección de Kathleen Turner me ha parecido muy acertada. No hay nada como ponerle el punto grotesco a las relaciones sexuales de estos dos simpáticos tontos.

Evidentemente no iba a ser tan buena como la primera, entre otras cosas porque ya no contaba con el factor sorpresa, pero si te gustó la primera, seguro que también lo hará esta otra.