Qué grande es Peter Weir. Con su habitual discrección llegó a Hollywood y nos plantó en los morros este auténtico clásico que crece en los revisionados. De hecho, no se me ocurre nada malo que decir de ella, pues nada más se le puede pedir. Desde una primorosa recreación de la Royal navy hasta un reparto que funciona como un mecanismo de relojería todo es dsifrutar con esta historia de marineros, en un mundo que aún daba margen para la maravilla y la aventura. Y nada más tengo que decir: todo ser humano con un mínimo de sensibilidad o interés por su entorno debería verla.