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Voto de Juan Marey:
8
Intriga Mientras se encuentra en un bar, el calificado escritor Phillip Hannon (Van Johnson), escucha sin pretenderlo una conversación a través de un ventanal. Al considerarla bastante sospechosa, Hannon informa a la policía... pero tendrá que ser él mismo, con la colaboración de su mayordomo Bob (Cecil Parker) y su 'exnovia' Jean (Vera Miles), quienes se ocupen de intentar resolver la intriga. (FILMAFFINITY)
2 de diciembre de 2018
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos ocupamos hoy de una película del gran Henry Hathaway, director de un buen puñado de clásicos inmortales como “Tres lanceros bengalíes”, “Rommel”, “Niágara”, “El jardín del diablo”, “Los cuatro hijos de Katie Elder”, “El póker de la muerte” o “Valor de ley”, por citar sólo algunos. Un director de estudio de gran oficio y una forma casi artesanal de entender el cine que en 1956 se apuntó al suspense que tan buenos réditos estaba dejando en las taquillas al aire del enorme éxito comercial del cine de Alfred Hitchcock y aunó la moda del momento con la memoria de uno de los más populares detectives de novela, el Sherlock Holmes de Conan Doyle, para crear esta excelente intriga psicológica que contiene todos los elementos del género y los combina a la perfección.

“A 23 pasos de Baker Street” consigue encapsular en sus imágenes la atmósfera (y hasta el aroma) de la obra de Arthur Conan Doyle referenciada (homenajeada) en su título. Podriamos decir también que estamos ante un Hitchcock sin él, pero con idéntica calidad e interés. Henry Hathaway es un director con la suficiente entidad como para que una película suya se aprecie por algo más que porque su estilo coincida con el de un genio del cine, y la película tiene, además, una particularidad que marca individualidad: la contemplación panorámica de Londres, con el Támesis como protagonista principal, que lo acabará siendo también de la trama, pero también de sus calles. La puesta en escena de los interiores sí que es absolutamente “a lo Hitchcock”, e incluso los primeros planos de la película remiten, para el buen aficionado, a “La ventana indiscreta”, solo que, en este caso, hemos cambiado la inmovilidad por la ceguera del protagonista, un Van Johnson que, a pesar de su escasa versatilidad, compone muy dignamente su papel de persona incapaz de asumir y superar su sobrevenida condición de ciego.

Un entretenimiento con una magnífica ambientación, que cuenta con un ritmo y una intriga que no hacen sino avanzar y con un brillante guión, con sus dosis justas de humor, que probablemente provoque sarpullidos a los que consideran que todo lo que aparece en una película ha de ser creíble, los cuales, por tanto, tampoco serán demasiado aficionados al cine de Sir Alfred. Una historia que bien merece con el paso del tiempo situarse entre los más reconocidos y celebrados filmes de suspense de la época clásica del cine, con perdón otra vez de Sir Alfred.
Juan Marey
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