Esta tardía secuela de la original de 2006, considerada como la mejor adaptación de un videojuego, consta de prácticamente todo un reparto nuevo, salvo la breve aparición de Radha Mitchell (que huele a escena descartada de la original) y el rol secundario de Sean Bean. Entre los nuevos fichajes destaca Kit Harington, conocido por ser Jon Nieve, la loca participación de Malcolm McDowell y la absurda presencia de una Carrie-Anne Moss; muy lejana ya su etapa famosa con la trilogía de ‘Matrix’.

En esta continuación encontramos más de lo mismo, pero en mayor cantidad. De esta forma, presenciamos más monstruos, más deformaciones, más pesadillas, más locuras, más vísceras, más sangre, más enemigos; y, sobretodo, más situaciones bizarras y desquiciantes. Todo ello empuja a la película ser sólo bien apreciaba por los fans acérrimos de este tipo de cine y también por los seguidores del videojuego original. No es apta para los más sensibles y delicados del estómago.

A pesar de tener buenos efectos especiales y un aceptable 3D, no deja de ser una historia innecesaria, que sólo consigue enfatizar la falta de originalidad y buenos proyectos en Hollywood. Así pues, no termina de atraer una trama que parece escrita por un perturbado, donde todo es posible. La presencia de viejas estrellas del cine como McDowell o Moss desanima más que atraer.

Lo mejor: La presencia de Kit Harington, y que diga “The darkness is coming”.

Lo peor: Con un argumento previsible y que no acaba de atraer, queda destinada para los muy fans del género y el videojuego original.