Seríamos injustos si dijéramos que la mala acogida no se debe, en parte, a la polémica actuación de una de sus guionistas, la ex ministra de cultura Ángeles González Sinde. De acuerdo, la película empezó mal por ahí, pero también es cierto que tiene su mala fama perfectamente ganada.

La película coge a todos los actores y actrices jóvenes que han cosechado mayor o menor éxito en la pequeña pantalla durante la última década, aprovecha su tirón al tirar de estas grandes promesas y se disfraza de relato generacional.

La realidad es muy diferente: la cinta tira del morbo y carece de guión, asesina las actuaciones de unos más que válidos y dignos intérpretes, y se condena a tirar del morbo sin ningún atisbo de vergüenza o dignidad. Detrás de lo coral del reparto no hay nada. Un inmenso vacío lleno de despropósitos injustificados. Una obra capaz de terminar con las carreras de más de una joven promesa de la pantalla.

Pocas veces uno puede encontrarse frente a frente con una película tan falsa, tan vacía, tan prescindible. Un auténtico insulto a la inteligencia e incluso al simple deseo de entretenimiento. Hasta las escenas de sexo o de consumo de drogas (lo que parece el 70% del metraje) son totalmente falsas y carentes de interés. Los diálogos son ridículos, más propios de una comedia o de un capítulo de Muchachada Nui que de un drama generacional.

Sin ningún tipo de duda la peor película española de alto presupuesto rodada en mucho tiempo.