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Voto de Hitchcock10:
5
Aventuras. Western Año 1823. En las profundidades de la América salvaje, el explorador Hugh Glass (Leonardo DiCaprio) participa junto a su hijo mestizo Hawk en una expedición de tramperos que recolecta pieles. Glass resulta gravemente herido por el ataque de un oso y es abandonado a su suerte por un traicionero miembro de su equipo, John Fitzgerald (Tom Hardy). Con la fuerza de voluntad como su única arma, Glass deberá enfrentarse a un territorio hostil, ... [+]
15 de febrero de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leonardo DiCaprio se llevará el Óscar en unas semanas por esta película cuyas virtudes técnicas son incuestionables pero que a mi parecer solo puede cautivar si uno tiene un día muy cursi. Y ojo, que todos los tenemos de vez en cuando.

De veras quería que El renacido me gustara. Porque su título original me evoca a una fascinante serie francesa y porque DiCaprio hace tiempo que se convirtió en un gran actor y deseaba que ganara la estatuilla hollywoodiense con merecimiento. También porque en su día me impactó 'Amores perros' (miedo me da revisarla) y quería librarme de esa idea que con sus siguientes películas se ha ido instalando en mí de que Iñárritu es un timador que fabrica obras ampulosas pero de nulo calado emocional.

La cosa empieza bien, con una escena de padre e hijo cazando un ciervo (me recuerda de manera anecdótica al inicio de la enorme 'Prisioneros') seguida de una deslumbrante secuencia de lucha entre indios y blancos que está rodada y coreografiada con un virtuosismo de quitarse el sombrero. Y…¡eso es todo amigos! A partir de ahí, DiCaprio y su sino de revolcarse como un cochino y muchos amaneceres, plantas, animales, amaneceres, ríos, nieve y amaneceres.

Que la secuencia del ataque indio nos impresione pero no nos conmueva es entendible porque aún no hemos tenido tiempo para empatizar con los personajes. Que la película avance y siga sin importarnos lo que les ocurre ya no tanto. Y es que cuando los personajes –incluyendo a Leo- sufren o mueren, me la sopla. Todo muy espectacular, eso sí. Lo malo es que cuanto más aprieta Iñárritu la tuerca de la espectacularidad, más fatuo parece todo, porque mayor es el abismo entre la profundidad pretendida (el no va más) y la conseguida (poca o ninguna) con esa pomposidad. Todo se antoja pseudolírico y pseudoépico, y el uso de la naturaleza para dar alcance supuestamente trascendental a lo que se cuenta no logra desde luego su objetivo.

Los paisajes, eso sí, son una pasada y el solo hecho de contemplarlos entretiene. Que Iñárritu tiene talento para potenciar la grandiosidad de esos paisajes es igualmente innegable. Hay piezas sueltas que también captan la atención (el ataque del oso), pero el conjunto es prosopopéyico.

La parte de calvario gore es otra que de nuevo se queda en mera apariencia. A lo truculento le sienta bien lo barroco -el giallo y sus desmesuras o la serie 'Hannibal', que no puedo evitar nombrar diariamente- y lo aséptico -Haneke cuando lo hace bien, el penúltimo Cronenberg- porque lo primero es muy perturbador por el refuerzo de lo sanguinario con una belleza exquisita y poderosa, y lo segundo por la frialdad con que se retrata algo en teoría tan impulsivo y arrebatado. Pero contrastar lo violento con lo lírico suele conseguir que lo lírico parezca huero y lo violento una pose. Se me viene a la cabeza 'Cold Mountain' y su manera ridículamente poética de mostrar lo sucio y lo pasional. Allí teníamos una escena de palomita blanca en la iglesia, aquí tenemos postales ñoñas de pajarito e iglesia pero encima por separado. La enfática música de la película de Anthony Minghella al menos en este caso está sustituida por sutiles y hermosas partituras que no nos avisan a cada paso de la magnificencia de lo que estamos viendo.

En cuanto a DiCaprio, realiza una interpretación muy física, en modo “aguanto tó lo que me echen”, a lo Jim Caviezel en 'La Pasión de Cristo' o 'Naomi Watts en 'Lo Imposible', quedándose entre el uno y la otra. No está mal, pero tampoco es para lanzar cohetes. Una actuación muy visceral (a veces, literalmente) que le hará ganar el Óscar que ya debería tener en su vitrina pero que no es ni de lejos la mejor de su carrera. Mucho mejor está un Tom Hardy que no para de encadenar papelón tras papelón y que también está nominado por esta película, como actor de reparto.

'El renacido' tiene pues sus virtudes (paisajes, música, escenas aisladas, Tom Hardy), pero supone un tremendo descalabro, casi tan grande como el que se pega el caballo de nuestro héroe, que, seguramente desalentado ante tal panorama, se abarranca. Y como el pobre animal no vuela como la mujer de Leo, se queda en el sitio. Parte de él, al menos.

En definitiva, un tour de force técnico admirable y disfrutable pero al servicio de la nada, artero y afectado. Para colmo, como el asunto tiene que ser épico, la peli se va hasta las dos horas y media. 150 minutos en los que, como diría mi madre, todo es “más cursi que una espuerta de gatos”. Aquí no hay felinos metidos en cestitas, pero seguro que los veremos en The Director’s Cut cuando Iñárritu saque las escenas descartadas. Así la película le resultará más lírica y de paso se estirará la duración hasta las tres horas para que parezca también más épica si cabe. Tiempo al tiempo.
Hitchcock10
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