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España España · MADRID
Voto de Spark:
10
Drama Blanche, que pertenece a una rancia pero arruinada familia sureña, es una mujer madura y decadente que vive anclada en el pasado. Ciertas circunstancias la obligan a ir a vivir a Nueva Orleáns con su hermana Stella y su cuñado Stanley (Marlon Brando), un hombre rudo y violento. A pesar de su actitud remilgada y arrogante, Blanche oculta un escabroso pasado que la ha conducido al desequilibrio mental. Su inestable conducta provoca ... [+]
24 de noviembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Apenas tengo palabras ante semejante obra maestra de Tennessee Williams y Elia Kazan (de gran agilidad narrativa y siempre en constante progreso y sin puntos muertos). "Un tranvía llamado deseo", adaptación de la obra teatral del propio Williams (que también se encargó del guión cinematográfico), es (con muchos toques de acertada ironía y sarcasmo en las frases de sus personajes) un drama intimista, evolutivo, diverso y complejo sobre EL PERSONAJE femenino más mimado, tratado y encomiado que jamas haya visto, disfrutado, saboreado y absorbido en el Séptimo Arte (a poca distancia le sigue la Reina de Hepburn en "El león en invierno". Estos dos personajes con tal multitud de capas, y con sus interpretaciones de tal magnetismo y registros... están a millas de distancia respecto a cualquier otra interpretación femenina que haya podido ver en la historia).

El film nos presenta a una mujer en sus 40 llamada Blanche Dubois (una Vivien Leigh inmensa, en estado de gracia. En esta ocasión deja a su Scarlett O'Hara en pañales... y eso es mucho decir), una señora de "buena familia" y de grandísima educación y sofistificación (y con un punto de misticismo "friki" y teatralidad cómica) que ha visto su vida trastocada al ir perdiendo sus "quereres" a lo largo de su vida (desde su primer y gran amor, hasta a sus padres pasando por la pérdida de sus propiedades materiales). Y así, con un pasado difícil que la actriz nos va revelando con ciertos comportamientos erráticos y/o primarios, y multitud de reflexiones muy humanas y claroscuras, esta mujer pasa una temporada en la casa de su hermana (Kim Hunter) y de su violento marido (un seductor Marlon Brando en un personaje de machista bebedor que a día de hoy sería el villano repulsivo que debiera acabar muy mal, pero con el que hace malabares (es Brando, poco hay que decir)).

Según va pasando la estancia y la convivencia con su hermana y los nuevos personajes que va conociendo, el personaje de Blanche va creciendo y se nos va revelando en capas colosales de su personalidad, una personalidad repleta de desmesuradas dudas, irracionales inseguridades, fuertes y profundos deseos (sí, carnales), inteligentes suspicacias y hondas atribulaciones.

Lo que logró Tennessee Williams al escribir "Un tranvía llamado deseo" (su trabajo teatral más recordado y no sin razón) es, sencillamente, un milagro. Y el guión de su adaptación al cine en 1951 es único, un puro prodigio.

Lo cierto es que poco importaría que su puesta en escena y sus interpretaciones fueran mediocres ante tanto despliegue de calidad y maestría tan armoniosa en su libreto. Pero es que además "Un tranvía llamado deseo", aparte de una dirección modesta pero completamente precisa de Elia Kazan (no la estoy desmereciendo en absoluto, pues Kazan despliega un gran talento como realizador en este largometraje; observándolo todo a través de su cámara con confianza y de forma congénita (con un exacto despliegue de planos/contraplanos cerrados o medios... si dejar por ello de lucirse con naturalidad en paneos, algún que otro plano secuencia modesto y ciertos contrapicados talentosos). La cadencia y regularidad que imprime Kazan en su realización de "Un tranvía llamado deseo" es completamente resuelta y dinámica) pero la puesta en escena (sencilla y teatral (que no minimalista), las cosas como son) queda opacada por el guión y las interpretaciones. Lo mismo se puede decir de su música extradiegética que, aunque insertada con corrección en las escenas, no destaca en absoluto), tiene LA INTERPRETACIÓN. Vivien Leigh es LA MUJER... con mayúsculas y con todo lo que ello conlleva. ¡Vaya personaje el de Blanche Dubois!, ¡es el caramelo más jugoso para toda intérprete!... pero también uno de los papeles más exigentes y para el que no toda actriz está capacitada.

Por fortuna Leigh es una de esas poquísimas actrices que puede ofrecer una versatilidad interpretativa (así como un magnetismo, empaque y riqueza) de tales características. Y así lo hace bajo las órdenes de Elia Kazan en uno de los papeles más icónicos y prósperos.

En un principio Blanche Dubois parece al espectador simplemente una inocentona extremadamente neurótica, excentríca y asustadiza (y esos primeros minutos son quizás los puntos más flojos de la cinta. Pero que poco importan en el conjunto) pero, conforme avanza el film y el personaje se va enfrentando a su realidad y se va relacionando y conectando (o chocando) con el resto de personajes (compartiendo una especial química de lo más arrebatadora con el personaje de Brando), aflora la riqueza de Blanche Dubois: junto a su tremenda chifladura (una maravilla cuando Leigh parece completamente ida), se nos va revelando con tremendos miedos, divertida impostura (ese mundo de fantasía opulenta por el que se ha dejado llevar (y que hasta se lo cree) es de lo más ameno, así como esa inocencia que finge), arrebatos de demente infantilismo, momentos de seducción sexual (esta Dubois, sin dejar de ser perturbada, presume de una seducción nata y de un encanto personal inolvidable)... y unas reflexiones liberalizadoras que acaban siendo el punto fuerte de la cinta (más en spoilers).

Este personaje claroscuro se luce con unos diálogos completamente maestros y brillantes todos ellos (e interpretados de manera inigualable en el buen sentido de la palabra) legando momentos magníficos... grandes, muy MUY grandes de coqueteo, humor y drama en un mismo momento.

Y así, con este personaje tan grandioso (de tal complejidad íntima y tan potentes deseos) y esas situaciones que protagoniza tan intrínsecas y recónditas, los momentos del film logran arañar en las emociones del espectador (en muchas y muy variadas) con gusto y, en puntos de forma hasta sobrecogedora. Son dos horas de Blanche Dubois y se pide más de ella.

En fin. Es más recomendable verla que describirla.

Lo mejor: La combinación de los soberbios diálogos de guión y la interpretación (arriesgada para la época) que hace de ellos Leigh...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Spark
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