Un niño que no cree en Papa Noel se despierta en la nevada Nochebuena con el sonido de un tren: el espectacular Polar Express que le llevará al polo norte para que conozca el mágico mundo de Santa Claus... y con un poco de suerte, al propio Santa Claus.

Reconozco con orgullo que (siempre con el permiso de "Avatar") "Polar Express" es la película mejor ambientada y recreada de todas las que he visto de "motion-capture". Es tan asombrosa en su diseño y su tecnología, que en la mayoría de sus escenas se apodera sin remedio del espectador y deja literalmente con la boca abierta.

Aunque por otra parte la trama que se desarrolla (también era evidente) es muy simple, muy pueril, tópica y previsible... pero no deja de tener cierto embrujo infantil de aventura, magia y esperanza transmitida sobre todo por ese fascinante entorno creado.

Es cierto que Zemeckis trata de alargar un relato corto... pero esta vez no lo estira de forma tan desacertada como lo hiciera con la (a mi entender) desastrosa y fallida "Cuento de Navidad". Esta vez la realización de Zemeckis no se alarga con planos vacuos; "Polar Express" resulta mucho más concerta y distraída, y la mayor parte de sus escenas poseen algún aliciente en su desarrollo que capta el interés del espectador mínimamente (y si bien hay algún choque del tren que resulta repetitivo y algo pedante, jamás llega exasperar de una forma excesivamente cargante dentro del desarrollo del relato).

Pero la verdad es que esto no parece una película, parece una atracción de parque temático donde todo es un inmersivo espectáculo lleno de fascinantes travellings virtuales. Y Zemeckis lo ejecuta muy bien, su intención es la de meternos en el "Space Mountain" mezclado con la atracción "It's a Wonderful World of Disney"... esas atracciones de Disneyland únicas en el mundo a años luz en calidad al resto de atracciones de otros parques temáticos, unas experiencias inolvidables tanto para niños como para adultos. Y yo, como atracción de simulación virtual, a "Polar Express" le pondría una matrícula de honor sin dudarlo. Porque las casi 2 horas que dura son capaces de atraparte con total fascinación y embrujo. Sus descarrilamientos, sus subidas por montañas heladas, sus pegadizos números musicales, sus viajes voladores por envolventes bosques nevados, sus golpes de sonido ferroviario, sus exploraciones de imaginarios mundos navideños dejan absortos.

El argumento es un hilo conductor muy fino, pero suficiente y preciso... sufiente para los niños que sin duda quedarán encantados y alucinados con la experiencia... y para un adulto que vaya buscando zambullirse en un mundo de nostálgica fantasía infantil que invite a ser niño otra vez.

Pero para el que no quiera montar en una atracción sino ver un cine algo más completo... echará en falta un guión más acabado que tenga al menos puntos de humor, o emotividad palpable, o unas interpretaciones que tengan el alma que le falta a estos muñecajos pixelados.

Lo peor:...