Ser actor no es nada fácil, por eso valoro muchísimo aquellas interpretaciones que transmiten autenticidad y emociones.
Si yo lo intentara probablemente tendría errores de vocalización al fingir naturalidad, quizá lo intentaría compensar marcando las palabras, consiguiendo un efecto aún peor. Si en un arranque de euforia gesticulara demasiado, rogaría después que se quemara la película, así que optaría por no hacer demasiadas caritas, ofreciendo un aspecto anodino y hasta atontado, impropio de la secuencia que se está rodando.
Pues bien, mi actuación sería una mezcla del primer oficial enamorado, del novio de la cantante, del rico mujeriego y de su sirviente inventor, todos de “Alta mar”. Digamos que el reparto femenino de esta serie gana por goleada, sin ser ninguna Meryl Streep.
No se puede negar que la serie es distraída y en ocasiones hasta simpática, adornada por unos decorados y un vestuario más que aceptables, pero el guion es forzado, a veces infantil. A medida que avanza la historia, va mostrando debilidades. Se intenta engañar demasiado al espectador con quien es malo y quien es bueno. Mirando atrás se ven muchas incoherencias en cada giro. Dicho de otro modo, no resiste un segundo visionado.