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Documental
Documental que muestra la matanza de más de 23.000 delfines en una cala en Taiji, Wakayama (Japón). El filme fue dirigido por el antiguo fotógrafo de National Geographic Louis Psihoyos, y fue grabado secretamente durante 2007 empleando micrófonos submarinos y cámaras de alta definición camufladas. (FILMAFFINITY)
29 de agosto de 2022
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Lo que se ve en este documental, es inenarrable. Hay que verlo directamente con los propios ojos. Es doloroso y triste.
No es solo la enorme cantidad de delfines y marsopas muertas, sino la cruel forma de hacerlo, y la mentira y la impunidad con que se hace. En pleno siglo XXI, la barbarie humana sigue sin tener límites.
Es impactante ver delfines saltando contra las rocas, acorralados, asustados, intentando escapar de la matanza. En las imágenes no se aprecia bien la cantidad de animales muertos, pero se especula con que, sólo en Taiji, se sacrifican unos 20.000 de estos cetáceos al año.
El documental se centra en la matanza de delfines en la isla de Taiji (Japón), pero también dedica su primera parte, a criticar los problemas de estos animales en los delfinarios y parques acuáticos, y el negocio de empresas como SeaWorld, que son cómplices de estos hechos, así como los problemas de salud que la cautividad produce en los delfines (al igual que a otros animales marinos), que malviven en estos delfinarios y parques acuáticos (animales ciegos, enfermos, con abcesos en los dientes, llagas y heridas en la piel, graves problemas de estrés y comportamiento, etc.).
El documental es duro, rodado casi como una película de espías. A pesar de la dureza de algunas imágenes, no se abusa de ellas. Se centra en la denuncia de la matanza anual efectuada en la isla de Taiji, y en como determinadas autoridades japonesas las defienden, las protegen, e incluso tratan de ocultarlas, pero también en los problemas de salud de los delfines en cautividad. Siendo estos problemas de salud de los delfines cautivos, comunes a otras especies también en cautividad, marinas y terrestres, el documental se centra principalmente en la barbarie que suponen estas matanzas, y la forma vil de ejecutarlas, así como la impunidad con que se realizan en la isla japonesa.
El documental denuncia estos hechos, pero más de 10 años después, la matanza de delfines en Taiji, sigue efectuándose cada año.
Debo decir que toda mi vida he querido ir a un delfinario, incluso bañarme con delfines u otras especies marinas. Nunca lo haré. No pienso pisar uno en mi vida. Después de ver este documental, me avergüenzo de mi mismo solo por haberlo pensado.
No es solo la enorme cantidad de delfines y marsopas muertas, sino la cruel forma de hacerlo, y la mentira y la impunidad con que se hace. En pleno siglo XXI, la barbarie humana sigue sin tener límites.
Es impactante ver delfines saltando contra las rocas, acorralados, asustados, intentando escapar de la matanza. En las imágenes no se aprecia bien la cantidad de animales muertos, pero se especula con que, sólo en Taiji, se sacrifican unos 20.000 de estos cetáceos al año.
El documental se centra en la matanza de delfines en la isla de Taiji (Japón), pero también dedica su primera parte, a criticar los problemas de estos animales en los delfinarios y parques acuáticos, y el negocio de empresas como SeaWorld, que son cómplices de estos hechos, así como los problemas de salud que la cautividad produce en los delfines (al igual que a otros animales marinos), que malviven en estos delfinarios y parques acuáticos (animales ciegos, enfermos, con abcesos en los dientes, llagas y heridas en la piel, graves problemas de estrés y comportamiento, etc.).
El documental es duro, rodado casi como una película de espías. A pesar de la dureza de algunas imágenes, no se abusa de ellas. Se centra en la denuncia de la matanza anual efectuada en la isla de Taiji, y en como determinadas autoridades japonesas las defienden, las protegen, e incluso tratan de ocultarlas, pero también en los problemas de salud de los delfines en cautividad. Siendo estos problemas de salud de los delfines cautivos, comunes a otras especies también en cautividad, marinas y terrestres, el documental se centra principalmente en la barbarie que suponen estas matanzas, y la forma vil de ejecutarlas, así como la impunidad con que se realizan en la isla japonesa.
El documental denuncia estos hechos, pero más de 10 años después, la matanza de delfines en Taiji, sigue efectuándose cada año.
Debo decir que toda mi vida he querido ir a un delfinario, incluso bañarme con delfines u otras especies marinas. Nunca lo haré. No pienso pisar uno en mi vida. Después de ver este documental, me avergüenzo de mi mismo solo por haberlo pensado.
