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Thriller
Germán, un honrado padre de familia, ve cómo todo su mundo se tambalea la noche en que, conduciendo de regreso a casa, atropella accidentalmente a dos chicas adolescentes. A partir de ese momento, Germán tendrá que hacer todo cuanto esté en su mano para evitar que su vida quede destrozada para siempre. (FILMAFFINITY)
27 de mayo de 2019
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Si hay un género que en los últimos años ha irrumpido en el cine español con muchísima fortuna, es el thriller. Especialmente prolífico y laureado, de manos de directores como Sorogoyen, Arévalo o Martín Cuenca, las producciones españolas están teniendo tantísima calidad que resulta sorprendente que la industria cinematográfica sea una de las más damnificadas por los presupuestos de Cultura.
Cuando los ángeles duermen se suma a la tendencia del suspense, en este caso, tratando un tema bastante delicado en la actualidad. La premisa parte del atropello involuntario de un padre de familia a una adolescente.
Germán, protagonista interpretado por Julián Villagrán, regresa a casa de una reunión de trabajo al otro lado del país, habiéndose perdido el cumpleaños de su hija. Bajo la consecuente presión de su mujer (Marián Álvarez), se ve obligado a hacer el viaje del tirón, aunque la Guardia Civil lo pare y le recomiende que descanse antes de continuar. Para burlar a dicha patrulla, Germán decide conducir por una carretera comarcal en plena noche.
Por otro lado, tenemos a Silvia y Gloria, dos adolescentes de un pueblo apartado. Silvia (Ester Expósito) vive un infierno familiar cuyo motivo no acaba de quedar muy claro ya que lo único que se ve es una discusión con sus padres sobre que ella quiere salir de fiesta y los padres prefieren que no lo haga. Gloria, sin embargo, encarna la adolescencia liviana y despreocupada. En definitiva, es la amiga divertida de una Silvia atormentada.
Cuando los ángeles duermen se suma a la tendencia del suspense, en este caso, tratando un tema bastante delicado en la actualidad. La premisa parte del atropello involuntario de un padre de familia a una adolescente.
Germán, protagonista interpretado por Julián Villagrán, regresa a casa de una reunión de trabajo al otro lado del país, habiéndose perdido el cumpleaños de su hija. Bajo la consecuente presión de su mujer (Marián Álvarez), se ve obligado a hacer el viaje del tirón, aunque la Guardia Civil lo pare y le recomiende que descanse antes de continuar. Para burlar a dicha patrulla, Germán decide conducir por una carretera comarcal en plena noche.
Por otro lado, tenemos a Silvia y Gloria, dos adolescentes de un pueblo apartado. Silvia (Ester Expósito) vive un infierno familiar cuyo motivo no acaba de quedar muy claro ya que lo único que se ve es una discusión con sus padres sobre que ella quiere salir de fiesta y los padres prefieren que no lo haga. Gloria, sin embargo, encarna la adolescencia liviana y despreocupada. En definitiva, es la amiga divertida de una Silvia atormentada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Cuando la «fiesta» a la que han asistido las dos chicas desvaría, ambas vuelven a casa caminando por una carretera en mitad del campo, la misma en la que Germán conduce mientras se queda dormido a ratos. Al final, Gloria acaba atropellada y muy malherida y Silvia, en mitad de una conmoción emocional y lisérgica, culpa a Germán del estado de su amiga. Mientras, él intenta convencerla de que lo único que quiere es ayudarlas y llevarlas a un hospital. Lo que, al principio, es cierto.
A partir de aquí, el argumento empieza a girar y girar, tomando caminos cada vez menos explicables, teniendo en cuenta que el punto de partida es un amasijo de clichés sin profundidad alguna. Las decisiones que toman los personajes se antojan aleatorias o demasiado infantiles para tomarlas con seriedad, acompañadas de un guión bastante forzado. Tanto es así, que incluso la mujer de Germán, muy preocupada por la tardanza de su marido, tiene un conato de infidelidad con su objetivamente guapo vecino. El trabajo de la Guardia Civil tampoco se queda sin recibir palos durante el largometraje. La pareja patrullera parece sacada de un sketch de comedia o, quizá, son simplemente muy torpes. Poca justicia hace esta historia a su labor en casos reales del mismo tipo.
Sin embargo, lo que más mosquea de todo el thriller es el tratamiento de un asunto, como decíamos antes, delicado y profundamente dramático. Casos como el de Silvia y Gloria remiten directamente a otros como el de las niñas de Alcàsser, Diana Quer, Rocío Wanninkhof o Sonia Carabantes. Y estos son los más mediáticos. Miles de adolescentes permanecen desaparecidas y son incontables los casos que no se han resuelto. En este sentido, la película trata el tema como producto de una cadena de malentendidos, episodios de mala suerte, torpeza o un conjunto de malas decisiones que se presentan como “comprensibles” ante el espectador.
Aun así, y con todo, la película está bien llevada. Gonzalo Bendala presenta en su segunda obra un buen sentido del suspense. La atmósfera no podría ser más opresiva, algo muy difícil de hacer teniendo en cuenta que solo depende de las sensaciones creadas en el espectador. No hay un momento de tranquilidad a lo largo de todo el metraje, la incomodidad es constante y algunas escenas son tan realistas que se hace imposible no removerse en el asiento. Quizá el futuro del sevillano esté en ese campo y no en el de guion, escrito por él mismo. Por otra parte, las actuaciones protagonistas no son nada reseñables, no así las de los actores secundarios, todos grandes nombres del cine andaluz, que defienden bien sus papeles y arropan con éxito las deficiencias centrales.
En resumen, es una película que se deja ver, sobre todo les gustará a aquellos que disfrutan pasándolo mal en el cine. No quedará en la memoria de los espectadores, pero como inicio de una carrera puede ser un buen comienzo y, de ser un camino ascendente, quizá en un futuro tengamos otro gran director que añadir al escenario del thriller español.
A partir de aquí, el argumento empieza a girar y girar, tomando caminos cada vez menos explicables, teniendo en cuenta que el punto de partida es un amasijo de clichés sin profundidad alguna. Las decisiones que toman los personajes se antojan aleatorias o demasiado infantiles para tomarlas con seriedad, acompañadas de un guión bastante forzado. Tanto es así, que incluso la mujer de Germán, muy preocupada por la tardanza de su marido, tiene un conato de infidelidad con su objetivamente guapo vecino. El trabajo de la Guardia Civil tampoco se queda sin recibir palos durante el largometraje. La pareja patrullera parece sacada de un sketch de comedia o, quizá, son simplemente muy torpes. Poca justicia hace esta historia a su labor en casos reales del mismo tipo.
Sin embargo, lo que más mosquea de todo el thriller es el tratamiento de un asunto, como decíamos antes, delicado y profundamente dramático. Casos como el de Silvia y Gloria remiten directamente a otros como el de las niñas de Alcàsser, Diana Quer, Rocío Wanninkhof o Sonia Carabantes. Y estos son los más mediáticos. Miles de adolescentes permanecen desaparecidas y son incontables los casos que no se han resuelto. En este sentido, la película trata el tema como producto de una cadena de malentendidos, episodios de mala suerte, torpeza o un conjunto de malas decisiones que se presentan como “comprensibles” ante el espectador.
Aun así, y con todo, la película está bien llevada. Gonzalo Bendala presenta en su segunda obra un buen sentido del suspense. La atmósfera no podría ser más opresiva, algo muy difícil de hacer teniendo en cuenta que solo depende de las sensaciones creadas en el espectador. No hay un momento de tranquilidad a lo largo de todo el metraje, la incomodidad es constante y algunas escenas son tan realistas que se hace imposible no removerse en el asiento. Quizá el futuro del sevillano esté en ese campo y no en el de guion, escrito por él mismo. Por otra parte, las actuaciones protagonistas no son nada reseñables, no así las de los actores secundarios, todos grandes nombres del cine andaluz, que defienden bien sus papeles y arropan con éxito las deficiencias centrales.
En resumen, es una película que se deja ver, sobre todo les gustará a aquellos que disfrutan pasándolo mal en el cine. No quedará en la memoria de los espectadores, pero como inicio de una carrera puede ser un buen comienzo y, de ser un camino ascendente, quizá en un futuro tengamos otro gran director que añadir al escenario del thriller español.