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Voto de Alfie:
8
6.8
1,141
Cine negro. Drama
Eddie Spanier (Robert Stack) llega a Tokio en el momento en que dos asesinatos mantienen en vilo a la policía local. Una de las víctimas es su amigo Webber, quien, al parecer, murió acribillado por sus propios compañeros. Webber era miembro de una organización criminal encabezada por Sandy Dawson (Robert Ryan). Con el fin de infiltrarse en la banda, Eddie intenta ganarse la confianza de Dawson. Para ello cuenta con la ayuda de Mariko ... [+]
20 de marzo de 2010
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay veces en que te preguntas: ¿cuándo va a comenzar el film? Pero cuando va a comenzar de verdad, porque tú al “play” ya le has dado. Es decir, el director necesita un golpe de mano, un as debajo de la manga que saque en el momento adecuado y en el lugar preciso para que se inicie de verdad la historia y agarre definitivamente al espectador. Durante ese impase de tiempo en el que el film se posiciona no dejas, en tu deseo de encontrarte con una gran película, de preguntarte: ¿y cuándo arranca el asunto? Con “House of Bamboo” solo encontré otra pregunta en forma de respuesta: ¿y cuándo aparece Robert Ryan? Fuller parece estar diciendo “aguanta, aguanta, aguanta… ¡ahora!”. Entonces aparece él.
Que Robert Ryan es un grande lo sabemos. Solo consultar su filmografía impresiona. Aquí da vida a Sonny Dawson, un personaje sombrío, malvado y sanguinario. Un ex militar americano afincado en Tokio y desde donde dirige una banda de hampones que tras la desmovilización sobrevive delinquiendo. Hasta ella, en busca de respuestas sobre el asesinato de un amigo en un asalto, llegará de incógnito el sargento Krenner (Robert Stack), un policía militar inexpresivo y misterioso que ganará rápidamente el favor de Sonny. Con una trama con cabida para la violencia, la homosexualidad, la traición y el amor, “The House of Bamboo” cumple perfectamente ese lema que acompaña siempre al cine de Fuller: en el riesgo está el placer.
Y todo esto en color. Porque si algo demuestra está cinta es que en colores también se puede rodar un buen film noir. Qué digo colores… ¡en Cinemascope! Al principio, irremediablemente, hay dudas de que se pueda crear la atmósfera adecuada lejos del B&N. Pero todo vuelve a reducirse a lo mismo: si hay un gran director y la historia es buena, con que aciertes con tu casting y no saques los pies del tiesto ya tienes lo que buscabas, que es ni más ni menos que un excelente policíaco con momentos de verdadera calidad cinematográfica. Esto además ya se ha hecho varias veces consiguiéndose magníficos resultados; ahí están las aclamadas “Chinatown” o “L.A. Confidential” para demostrarlo.
Basada en una historia anteriormente ya rodada en “The Street with No Name” de William Keighley, Fuller aprovecha para introducir, como no, el tema racial que tan presente está en su cine, dándole además una posición preferente y un guiño final que no oculta sin embargo la sensación de que lo que estamos viendo es el relato de una sociedad corrupta y que se manifiesta con una violencia que alcanza cotas insospechadas.
La violencia y Fuller, ¡qué gran matrimonio!
Que Robert Ryan es un grande lo sabemos. Solo consultar su filmografía impresiona. Aquí da vida a Sonny Dawson, un personaje sombrío, malvado y sanguinario. Un ex militar americano afincado en Tokio y desde donde dirige una banda de hampones que tras la desmovilización sobrevive delinquiendo. Hasta ella, en busca de respuestas sobre el asesinato de un amigo en un asalto, llegará de incógnito el sargento Krenner (Robert Stack), un policía militar inexpresivo y misterioso que ganará rápidamente el favor de Sonny. Con una trama con cabida para la violencia, la homosexualidad, la traición y el amor, “The House of Bamboo” cumple perfectamente ese lema que acompaña siempre al cine de Fuller: en el riesgo está el placer.
Y todo esto en color. Porque si algo demuestra está cinta es que en colores también se puede rodar un buen film noir. Qué digo colores… ¡en Cinemascope! Al principio, irremediablemente, hay dudas de que se pueda crear la atmósfera adecuada lejos del B&N. Pero todo vuelve a reducirse a lo mismo: si hay un gran director y la historia es buena, con que aciertes con tu casting y no saques los pies del tiesto ya tienes lo que buscabas, que es ni más ni menos que un excelente policíaco con momentos de verdadera calidad cinematográfica. Esto además ya se ha hecho varias veces consiguiéndose magníficos resultados; ahí están las aclamadas “Chinatown” o “L.A. Confidential” para demostrarlo.
Basada en una historia anteriormente ya rodada en “The Street with No Name” de William Keighley, Fuller aprovecha para introducir, como no, el tema racial que tan presente está en su cine, dándole además una posición preferente y un guiño final que no oculta sin embargo la sensación de que lo que estamos viendo es el relato de una sociedad corrupta y que se manifiesta con una violencia que alcanza cotas insospechadas.
La violencia y Fuller, ¡qué gran matrimonio!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Mi escena favorita:
la aparición de Sonny es genial. Intentando contactar con la banda, Krenner, al más puro estilo Chicago años 30, va por los comercios recaudando a cambio de protección. Claro que todo esto en el territorio de Sonny quien no tarda en aparecer en escena. Solo hace falta un matón que de un puñetazo a Krenner, que éste atraviese en la caída una pared de papel estilo japonés y ya está ahí, apoyado en una mesa, con un traje impecable y centro de una cámara que a partir de ese momento sufre si no lo tiene delante. Luego también me sorprendió el nivel de violencia alcanzado por Sonny cuando, acorralado, desde la rueda giratoria, se pone a disparar a la multitud llena de mujeres y niños que estaban en el parque de atracciones. Menudo retrato de un homosexual sanguinario. Cuando se habla de riesgo en el cine creo que se deben referir a este tipo de cosas…
la aparición de Sonny es genial. Intentando contactar con la banda, Krenner, al más puro estilo Chicago años 30, va por los comercios recaudando a cambio de protección. Claro que todo esto en el territorio de Sonny quien no tarda en aparecer en escena. Solo hace falta un matón que de un puñetazo a Krenner, que éste atraviese en la caída una pared de papel estilo japonés y ya está ahí, apoyado en una mesa, con un traje impecable y centro de una cámara que a partir de ese momento sufre si no lo tiene delante. Luego también me sorprendió el nivel de violencia alcanzado por Sonny cuando, acorralado, desde la rueda giratoria, se pone a disparar a la multitud llena de mujeres y niños que estaban en el parque de atracciones. Menudo retrato de un homosexual sanguinario. Cuando se habla de riesgo en el cine creo que se deben referir a este tipo de cosas…