Woody hace estas cosas de vez en cuando, como para recordarnos que no sólo sabe hacer películas que versan sobre neoyorquinos hipocondríacos que hablan a mil por hora.
Match point es un drama excelente, con un reparto exquisito y con una trama en apariencia simple pero inquietante. Más bien, lo inquietante es la personalidad y evolución del protagonista. Con poca acción, la película mantiene al espectador en ascuas, pues se adivina un in crescendo que no se sabe hacia dónde puede derivar.

El metraje, más largo de lo habitual, y el género, poco cultivado por el director en los últimos años (sí en sus inicios), pueden desanimar a un potencial espectador; sin embargo, es una película que merece ser vista y disfrutada con todos sus matices, que son muchos.

La atmósfera quieta es, a la vez, inquietante; los personajes forman parte de un engranaje perfecto; no hay cabos sueltos.

Yo tuve que verla dos veces, más que nada porque la primera vez no me esperaba una película tan intensa y salí del cine un poco descolocada. La segunda vez la aprecié en todo su esplendor.

Una muestra más de que Woody Allen sabe explorar los rincones del alma humana, desde los más simples y cotidianos hasta los más ocultos y miserables. Es un tipo sabio.