Además de ser una película infumable con unos personajes estúpidos que tienen la profundidad de un charco, lo que me enfurece y desata mi perplejidad es algo que sucede a la media hora: los dos chicos dan una fiesta en la casa e invitan a dos chicas, una de ellas dice encontrarse mareada y se tumba en una cama en estado inconsciente, circunstancia que uno de ellos aprovecha para violarla, así, con todas las letras. Le baja las bragas y la penetra, por supuesto sin el consentimiento ni el conocimiento de la chica, que permanece inmóvil y dormida. Nadie se extraña de esto ni nadie lo denuncia, sino que al público le parece algo de lo más normal e incluso una anécdota "simpática e inocente" y propia de adolescentes, prueba más de lo enraizada y aceptada que está la cultura de la violación en nuestra sociedad.