Sumario

El juego del calamar es una serie con un maravilloso diseño de producción, una puesta en escena que despliega una poderosa iconografía y que admite varias lecturas y registra varias influencias y antecedentes cinematográficos. De todos modos, es sobre todo un thriller y un melodrama. Erigirla como un ensayo sociopolítico acaso sea un exceso, aunque es clara la cruda alegoría del capitalismo neoliberal y certero su mensaje antimeritocrático.

Reseña

456 personas con una situación económica desesperada acceden a arriesgar su vida en una serie de juegos que se desarrollan en un entorno concentracionario para ganar una importante suma de dinero.

Soy una persona que desconfía de los éxitos masivos, así que comencé a ver la serie con todas las prevenciones del caso; no obstante, terminó resultando una experiencia sumamente interesante.

Los juegos

Los participantes pasan a formar parte de un régimen que es concentracionario por más de una razón: por la reclusión, la vigilancia militar, por su violencia, crueldad y sadismo y por el desprecio de la condición humana y de la vida. Los juegos (basados en juegos infantiles) son sumamente diferentes y generan distintas y cambiantes dinámicos entre los participantes y variedad de climas entre los capítulos, aunque todos hacen gala de distintos tipos de violencia. Cuantos menos participantes hay, mayor se va tornando el premio.

Los y las jugadores/as

Quienes juegan estos juegos constituyen un heterogéneo grupo de personas de desesperadas, en general caídas del sistema y sumamente endeudadas, situación esta última que alude a un extendido problema que aqueja a Corea del Sur. Su situación los empuja a poner en juego su vida, a la que ya no le encuentran sentido, y a cometer actos atroces por la salvación económica. Poco a poco la trama se irá concentrando en un grupo de personajes, algunos de los cuales conservan sin embargo rasgos de humanidad en medio de la desesperación.

El sistema

Una de las primeras preguntas que asaltan al espectador es quiénes están detrás de El juego del calamar, quiénes lo organizan y con qué fin. Develar esta incógnita resulta esencial para el verosímil de la historia. Es más: en un comienzo, es lo que más intriga de la serie, ya que los juegos y el lugar donde se desarrollan exhiben una organización e infraestructura sumamente sofisticadas y caras.

El diseño de producción y la puesta en escena

Uno de los puntos salientes de la serie es su maravilloso diseño de producción: colorido, creativo, elegante e imponente. Exhibe una poderosa iconografía que le permite crear un mundo propio. Como en todas las series coreanas, la puesta en escena es brillante, desde las escenas íntimas melodramáticas hasta el suspenso o la violencia de los juegos o combinándolos. Sabe usar el plano secuencia y el plano fijo.

Los géneros

La serie puede definirse como un thriller profusamente regado con gore, atravesado, como en toda producción coreana que se precie, por el más rotundo melodrama cuando indaga en las historias y motivaciones de sus personajes y en sus interacciones durante los juegos y fuera de ellos. En cierto momento, hasta incursiona en el western.

Los antecedentes cinematográficos

El juego del calamar, por su lógica interna, reconoce varios antecedentes cinematográficos; entre otros, se puede citar a Videodrome de Cronenberg y la saga Los juegos del hambre, sólo que se desarrolla en un riguroso presente. Pero hay otra referencia poco citada: el régimen concentracionario y otros elementos remiten a Saló de Pasolini. Otros aspectos recuerdan a Ojos bien cerrados. Sus poderosas iconografía y puesta en escena que crean mundos propios también pueden asimilarse a las de El cuento de la criada.

Las lecturas sociales, económicas y políticas

Si bien considero que estas proyecciones están un tanto sobrevaloradas o sobreanalizadas, es indudable que la dinámica de los juegos y sus participantes puede asimilarse a la del capitalismo neoliberal en sus formas extremas (como en su momento lo fue el nazismo), tanto por lo que atañe a los participantes como a sus organizadores; incluso plantea hasta una culminación de su lógica depredadora. Rige un supuesto y cínico marco de igualdad de oportunidades donde sin embargo el azar es determinante y la desesperación y el fomento del individualismo extremo abortan permanentemente la organización colectiva. La serie también hace pedazos la fantasía meritocrática.

Las actuaciones

Las actuaciones son muy buenas; van desde el naturalismo hasta cierto énfasis bufo común en la gestualidad y dramaturgia orientales. Generan empatía y sentimientos encontrados en función de las conductas cambiantes de sus personajes.

La banda sonora

Mención aparte para la notable banda sonora, que como en el relato, va desde meditativos solos de piano hasta trepidantes secuencias rítmicas e incluye la diegética con un irónico uso del Concierto para trompeta de Haydn y el vals Danubio Azul de Strauss,