Siendo muy generoso y por aquello de que viene firmada por los Coen, a mi juicio, estamos ante una mediocre comedia dramática para todo aquel que como en mi caso no profese la religión judía y/o desconozca sus rituales o costumbres mal allá de lo que haya visto en alguna que otra película, en la que es difícil esbozar tan siquiera una sonrisa en los que se suponen ingeniosos gags y diálogos, ni sentir absolutamente nada por las desventuras del pobre tipo que da lugar al título.

Woody Allen, Larry David o Mel Brooks, hacen que me divierta y hasta valore positivamente algún que otro guiño a la idiosincrasia judía en muchas de sus películas, pero no sé si por estar esta que nos ocupa destinada a gente mucho más inteligente que yo, o por ser una estupidez rodada en nombre de no se me ocurre que, a mi juicio estamos ante un aburrido engendro que te deja tras su visionado sumamente frustrado, y en la que por mucho que me vendan la moto nihilista, kafkiana, y otras zarandajas por el estilo de esas con las que cualquier hijo de vecino emplea y al parecer le otorgan automáticamente el cartel de "Excelso Cinéfilo", la peor obra de los 3 artistas judíos mencionados al comienzo del párrafo le dan 50.000 vueltas a esta aburrida payasada.

La verdad, es que envidio al abundante sector de crítica especializada y público, que ensalzan en cualquier apartado y bajo la mas mínima y peregrina excusa a esta película, pues sin tener que buscar mucho, tienen por delante un sinfín de producciones que tratan cualquiera de los hallazgos que tanto les han hecho disfrutar aquí, de forma mucho más divertida y entretenida que este aburrido e interminable despropósito.